Tuvo apoyo de todos los bloques, luego de dos días de un debate que terminó con una nutrida presencia de militantes dentro y fuera del Congreso. Hubo 32 votos y 6 abstenciones. Militantes de La Cámpora impidieron algunos discursos, lo que provocó el reto de Domínguez.
La Cámara de Diputados sancionó la ley que declara la expropiación de YPF, con 208 votos a favor, conseguidos con apoyos de todas las bancadas. Sólo 32 se opusieron, hubo 6 abstenciones y 11 ausencias.
La votación fue a las 21.30 tras dos días de sesión con 184 oradores, la mayoría con sólo 5 minutos para hablar. La primera parte fue ayer entre las 15.30 y las 24 y siguió a las 10 de hoy hasta que a las 18 iniciaron los cierres de los jefes de bloque.
Los 207 votos sumaron al kirchnerismo y sus aliados habituales, la UCR (excepto Oscar Aguad, Hugo Castañón, Hipólito Faustinelli y el catamarqueño Pablo Moas, que no estuvieron; y Lucio Azpiazu, que votó en contra), el Fap (que tuvo ausencias como la de Margarita Stolbizer), cuatro del peronismo federal (Alfredo Atanasof, Ramona Pucheta (MIJD), María Cremer de Busti y el secretario general de los petroleros, Alberto Roberti) y dos la Coalición Cívica (Horacio Piemonte y Carlos Comi).
Los votos negativos llegaron desde los 11 del Pro y de la mayoría del peronismo federal.
La ley declara de utilidad pública y sujeto a expropiación el 51% del patrimonio de YPF S.A., representado por igual porcentaje de las acciones clase D de dicha empresa pertenecientes a Repsol YPF S.A., sus controlantes o controladas (hoy con 57,43% del capital). De ese total, el 51% será de la Nación y el resto de las provincias.
La expropiación también comprende al 51 por ciento de las acciones que Repsol posee en YPF Gas, la principal firma de comercialización y fraccionamiento de gas en garrafas.
No toma las acciones del Grupo Eskenazi, que continuará en la empresa. El Gobierno definirá en la reglamentación el modo de reparto de ganancias, aunque tendrá en cuenta la capacidad de producción de las provincias, dato que ya les reporta ganancias por el cobro de regalías.
Otros aspectos más polémicos son que en su nueva composición YPF seguirá siendo una sociedad anónima, por lo que no se someterá a la revisión de los organismos de control. Tampoco está claro cuánto se pagará por la expropiación.
Los discursos finales se dieron en un clima enrarecido desde la segunda y tercera bandeja de los palcos, copada por militantes de agrupaciones kirchneristas La Cámpora, El movimiento Evita, Kolina y Nuevo Encuentro, entre otros.
Los jóvenes ya eran protagonistas de una multitudinaria concentración que desde la tarde copó la plaza de los Dos Congresos, a la que se acercaron Amado Boudou y Juan Manuel Abal Medina, pero se hicieron sentir en el recinto, donde no dudaron en silbar discursos opositores, lo que provocó la ira de Julián Domínguez.
“Por favor, le pido al público que respete los discursos. Que la noticia sea lo que pase en el recinto”, repitió varias veces Domínguez. Ante la reacción del radicalismo, harto de los agravios, pidió seguridad y llamó a impedir el acceso de más público por unos minutos. Fue entre las 17.30 y las 18.15, cuando ni los empleados que habían salido a hacer trámites podían regresar al palacio.
En el recinto, quien peor la pasó fue Laura Alonso del Pro, abucheada en varias ocasiones al grito de “gorila” o “vende patria” y hasta algún insulto subido de tono. Domínguez pidió silencio una y otra vez pero la propia diputada ironizó: “Le va a ser difícil calmar tanta pasión”.
Con una bandera argentina sobre su banca y la del mendocino Omar De Marchi, la ex titular de Poder Ciudadano justificó su rechazo con críticas a las concesiones petroleras "prorrogadas por décadas" y la actuación de las empresas del Estado dominadas por el kirchnerismo.
Los cierres fueron seguidos desde el primer piso de los palcos por personalidades identificadas por el kirchnerismo, como Luis D’Elía, el líder de la CGT Hugo Yasky, el filósofo José Pablo Feimann, el constitucionalista Eduardo Barcesat, los intendentes Darío Giustozzi (Almirante Brown), Darío Díaz Pérez (Lanús) y Julio Pereyra (Florencio Varela); y el gobernador de Entre Ríos Sergio Uribarri. Hebe de Bonafini y Estela de Carlotto tuvieron un lugar reservado en el recinto, a la derecha del estrado de la presidencia.
Un día después de llevarse los aplausos de todo el recinto, Fernando “Pino” Solanas pareció querer reivindicarse con los suyos y le apuntó al Gobierno, con sus metáforas habituales.
“No se conoce una política energética del gobierno nacional. El liberalismo campea entre los funcionarios”, señaló. Atacó a las provincias petroleras por las concesiones firmadas desde 1994.
“No estuvieron a la altura. Ahora están casi todas endeudadas. Esto sólo pasa en Argentina y en Canadá: las petroleras se las comieron como aceitunas y les tiraron el caroso. No entiendo como las otras 14 provincias no se quejan del robo que les hicieron al sacarle la renta petrolera”, dijo Pino.
Después de otra catarsis de Felipe Solá, defensor de la privatización de hace dos décadas y de la nacionalización de ahora, y de loas a Cristina de Martín Sabbatella, Alfonso Prat Gay justificó su abstención con datos fríos: “El 80% del petróleo y el 90% del gas lo extraen empresas de extranjeras”.
Unas bancas más adelante seguía la sesión Elisa Carrió, apartada de su bloque, con un dictamen que sólo firmaron Irma Ré y Alicia Terada. Junto a ellas, la ex candidata presidencial ingresó al recinto poco antes de la votación.
Daniel Brue hizo el cierre por el Frente de Santiago del Estero y una sorpresa: el Movimiento Popular Neuquino prefirió no volver a tomar el micrófono. El gobernador Jorge Sapag integra la agrupación de provincias petroleras pero no ocultó sus reservas con la embestida a Repsol.
El Fap se dividió justificó su aprobación en general con las voces de Gerardo Milman (Gen), Ernesto Martínez (Frente Cívico Cordobés) y Juan Carlos Zabalza (socialista).
Albero Roberti, el sindicalista petrolero del peronismo federal, aliado de Francisco De Narváez, volvió a levantar su pancarta por la nacionalización y la justificó con un encendido discurso aplaudido desde los palcos kirchneristas, desde donde tal vez desconocían de quién se trataba. Opacado quedó su jefe de bloque, Enrique Thomas, vocero del rechazo a la nacionalización.
A las duras críticas de Ricardo Gil Lavedra, que no ahorró adjetivos para Julio De Vido, Rodolfo Baratta y Cristóbal López, Agustín Rossi se robó todos los aplausos del público.
“Con aplausos o huevazos, siempre defendemos las mismas ideas”, respondió Rossi, en alusión a las agresiones sufridas durante el conflicto del campo.
“A la historia lo que es de la historia, y a la presidenta lo que es de la presidenta, porque la presidenta tomó la decisión política de nacionalizar la principal empresa petrolera de la Argentina”, celebró.
Faltaba un abucheo y fue para el radical Oscar Aguad, quien se fue ni bien preparaba la votación. “¡Andate gorila!”, le gritaban. No cambió el resultado, celebrado por el oficialismo al ritmo de la marcha peronista
La votación fue a las 21.30 tras dos días de sesión con 184 oradores, la mayoría con sólo 5 minutos para hablar. La primera parte fue ayer entre las 15.30 y las 24 y siguió a las 10 de hoy hasta que a las 18 iniciaron los cierres de los jefes de bloque.
Los 207 votos sumaron al kirchnerismo y sus aliados habituales, la UCR (excepto Oscar Aguad, Hugo Castañón, Hipólito Faustinelli y el catamarqueño Pablo Moas, que no estuvieron; y Lucio Azpiazu, que votó en contra), el Fap (que tuvo ausencias como la de Margarita Stolbizer), cuatro del peronismo federal (Alfredo Atanasof, Ramona Pucheta (MIJD), María Cremer de Busti y el secretario general de los petroleros, Alberto Roberti) y dos la Coalición Cívica (Horacio Piemonte y Carlos Comi).
Los votos negativos llegaron desde los 11 del Pro y de la mayoría del peronismo federal.
La ley declara de utilidad pública y sujeto a expropiación el 51% del patrimonio de YPF S.A., representado por igual porcentaje de las acciones clase D de dicha empresa pertenecientes a Repsol YPF S.A., sus controlantes o controladas (hoy con 57,43% del capital). De ese total, el 51% será de la Nación y el resto de las provincias.
La expropiación también comprende al 51 por ciento de las acciones que Repsol posee en YPF Gas, la principal firma de comercialización y fraccionamiento de gas en garrafas.
No toma las acciones del Grupo Eskenazi, que continuará en la empresa. El Gobierno definirá en la reglamentación el modo de reparto de ganancias, aunque tendrá en cuenta la capacidad de producción de las provincias, dato que ya les reporta ganancias por el cobro de regalías.
Otros aspectos más polémicos son que en su nueva composición YPF seguirá siendo una sociedad anónima, por lo que no se someterá a la revisión de los organismos de control. Tampoco está claro cuánto se pagará por la expropiación.
Los discursos finales se dieron en un clima enrarecido desde la segunda y tercera bandeja de los palcos, copada por militantes de agrupaciones kirchneristas La Cámpora, El movimiento Evita, Kolina y Nuevo Encuentro, entre otros.
Los jóvenes ya eran protagonistas de una multitudinaria concentración que desde la tarde copó la plaza de los Dos Congresos, a la que se acercaron Amado Boudou y Juan Manuel Abal Medina, pero se hicieron sentir en el recinto, donde no dudaron en silbar discursos opositores, lo que provocó la ira de Julián Domínguez.
“Por favor, le pido al público que respete los discursos. Que la noticia sea lo que pase en el recinto”, repitió varias veces Domínguez. Ante la reacción del radicalismo, harto de los agravios, pidió seguridad y llamó a impedir el acceso de más público por unos minutos. Fue entre las 17.30 y las 18.15, cuando ni los empleados que habían salido a hacer trámites podían regresar al palacio.
En el recinto, quien peor la pasó fue Laura Alonso del Pro, abucheada en varias ocasiones al grito de “gorila” o “vende patria” y hasta algún insulto subido de tono. Domínguez pidió silencio una y otra vez pero la propia diputada ironizó: “Le va a ser difícil calmar tanta pasión”.
Con una bandera argentina sobre su banca y la del mendocino Omar De Marchi, la ex titular de Poder Ciudadano justificó su rechazo con críticas a las concesiones petroleras "prorrogadas por décadas" y la actuación de las empresas del Estado dominadas por el kirchnerismo.
Los cierres fueron seguidos desde el primer piso de los palcos por personalidades identificadas por el kirchnerismo, como Luis D’Elía, el líder de la CGT Hugo Yasky, el filósofo José Pablo Feimann, el constitucionalista Eduardo Barcesat, los intendentes Darío Giustozzi (Almirante Brown), Darío Díaz Pérez (Lanús) y Julio Pereyra (Florencio Varela); y el gobernador de Entre Ríos Sergio Uribarri. Hebe de Bonafini y Estela de Carlotto tuvieron un lugar reservado en el recinto, a la derecha del estrado de la presidencia.
Un día después de llevarse los aplausos de todo el recinto, Fernando “Pino” Solanas pareció querer reivindicarse con los suyos y le apuntó al Gobierno, con sus metáforas habituales.
“No se conoce una política energética del gobierno nacional. El liberalismo campea entre los funcionarios”, señaló. Atacó a las provincias petroleras por las concesiones firmadas desde 1994.
“No estuvieron a la altura. Ahora están casi todas endeudadas. Esto sólo pasa en Argentina y en Canadá: las petroleras se las comieron como aceitunas y les tiraron el caroso. No entiendo como las otras 14 provincias no se quejan del robo que les hicieron al sacarle la renta petrolera”, dijo Pino.
Después de otra catarsis de Felipe Solá, defensor de la privatización de hace dos décadas y de la nacionalización de ahora, y de loas a Cristina de Martín Sabbatella, Alfonso Prat Gay justificó su abstención con datos fríos: “El 80% del petróleo y el 90% del gas lo extraen empresas de extranjeras”.
Unas bancas más adelante seguía la sesión Elisa Carrió, apartada de su bloque, con un dictamen que sólo firmaron Irma Ré y Alicia Terada. Junto a ellas, la ex candidata presidencial ingresó al recinto poco antes de la votación.
Daniel Brue hizo el cierre por el Frente de Santiago del Estero y una sorpresa: el Movimiento Popular Neuquino prefirió no volver a tomar el micrófono. El gobernador Jorge Sapag integra la agrupación de provincias petroleras pero no ocultó sus reservas con la embestida a Repsol.
El Fap se dividió justificó su aprobación en general con las voces de Gerardo Milman (Gen), Ernesto Martínez (Frente Cívico Cordobés) y Juan Carlos Zabalza (socialista).
Albero Roberti, el sindicalista petrolero del peronismo federal, aliado de Francisco De Narváez, volvió a levantar su pancarta por la nacionalización y la justificó con un encendido discurso aplaudido desde los palcos kirchneristas, desde donde tal vez desconocían de quién se trataba. Opacado quedó su jefe de bloque, Enrique Thomas, vocero del rechazo a la nacionalización.
A las duras críticas de Ricardo Gil Lavedra, que no ahorró adjetivos para Julio De Vido, Rodolfo Baratta y Cristóbal López, Agustín Rossi se robó todos los aplausos del público.
“Con aplausos o huevazos, siempre defendemos las mismas ideas”, respondió Rossi, en alusión a las agresiones sufridas durante el conflicto del campo.
“A la historia lo que es de la historia, y a la presidenta lo que es de la presidenta, porque la presidenta tomó la decisión política de nacionalizar la principal empresa petrolera de la Argentina”, celebró.
Faltaba un abucheo y fue para el radical Oscar Aguad, quien se fue ni bien preparaba la votación. “¡Andate gorila!”, le gritaban. No cambió el resultado, celebrado por el oficialismo al ritmo de la marcha peronista
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