Año 5. Edición número 219. Domingo 29 de julio de 2012
Por
Roberto Montoya. Desde Madrid
El desempleo ya alcanza casi el 25% de la población activa, y al 52,2%
en el caso de los menores de 25 años. Decenas de miles de jóvenes profesionales
emigran al extranjero, siguiendo el camino de sus abuelos.
Cientos de miles de familias españolas recuerdan siempre cómo sus
bisabuelos, abuelos o padres, se vieron obligados a emigrar en el pasado.
Fueron más de tres millones los que emigraron de este país.
La mayoría de los que lo hicieron a fines del siglo XIX e inicios del XX fueron a la Argentina y otros países de América latina y el Caribe. La dictadura de Franco (1939-1975) añadió a aquellos emigrantes económicos una gran oleada de exilados políticos. En los años ’60 y principios de los ’70, cuando los militares asomaban sus orejas en aquella región, la mayoría de los emigrantes y exiliados españoles se dirigían a otros países europeos, a la Europa libre.
Una parte de aquellos emigrantes y exiliados volvió a España al finalizar la dictadura y al comenzar en los ’80 el “boom económico”. La emigración se frenó con la bonanza económica, la tendencia se invirtió y España atrajo a cientos de miles de inmigrantes de América latina, el Magreb y de los países del Este de Europa.
Nadie en la década de los ’90 o en los primeros años del siglo XXI hubiera creído que en 2012 se pudieran volver a dar vuelta las cosas, que emigraran de España más personas que las que ingresan como inmigrantes.
Pero sucedió. En el primer semestre de este año, 40.625 españoles emigraron al extranjero, un 44,2% más que en 2011. La mayoría de ellos son graduados universitarios y con idiomas, con o sin experiencia laboral, que no encuentran trabajo ni ven ningún futuro para ellos en España. Como preferencia se dirigen hacia países cercanos de la Europa rica, a Alemania, Austria, Suecia, Holanda, Dinamarca, Noruega, Finlandia, Suiza, pero muchos también solicitan visados para trabajar en EE.UU. o Canadá o en países de América latina, Argentina, Brasil y México en primer lugar.
La mayoría de los que lo hicieron a fines del siglo XIX e inicios del XX fueron a la Argentina y otros países de América latina y el Caribe. La dictadura de Franco (1939-1975) añadió a aquellos emigrantes económicos una gran oleada de exilados políticos. En los años ’60 y principios de los ’70, cuando los militares asomaban sus orejas en aquella región, la mayoría de los emigrantes y exiliados españoles se dirigían a otros países europeos, a la Europa libre.
Una parte de aquellos emigrantes y exiliados volvió a España al finalizar la dictadura y al comenzar en los ’80 el “boom económico”. La emigración se frenó con la bonanza económica, la tendencia se invirtió y España atrajo a cientos de miles de inmigrantes de América latina, el Magreb y de los países del Este de Europa.
Nadie en la década de los ’90 o en los primeros años del siglo XXI hubiera creído que en 2012 se pudieran volver a dar vuelta las cosas, que emigraran de España más personas que las que ingresan como inmigrantes.
Pero sucedió. En el primer semestre de este año, 40.625 españoles emigraron al extranjero, un 44,2% más que en 2011. La mayoría de ellos son graduados universitarios y con idiomas, con o sin experiencia laboral, que no encuentran trabajo ni ven ningún futuro para ellos en España. Como preferencia se dirigen hacia países cercanos de la Europa rica, a Alemania, Austria, Suecia, Holanda, Dinamarca, Noruega, Finlandia, Suiza, pero muchos también solicitan visados para trabajar en EE.UU. o Canadá o en países de América latina, Argentina, Brasil y México en primer lugar.
Un futuro negro en España. “El Dorado” español
se ha esfumado. Decenas de miles de inmigrantes latinoamericanos vuelven a sus
países de origen tras perder sus trabajos en España y con ellos en muchos casos
sus viviendas, entrampados con las “generosas” hipotecas que concedían los
bancos durante la burbuja inmobiliaria.
Pero ni los expertos más optimistas se aventuran a pronosticar que pueda haber una recuperación en un plazo menor a cinco años.
Europa sigue dando tumbos sin encontrar la salida a su crisis y los “ajustazos” que se aplican, como hacen Rajoy en España, Monti en Italia o Samarás en Grecia, lejos de mejorar las cosas las empeoran. El FMI, después de haber sido uno de los que más presionaron a Rajoy para que hiciera duros ajustes, reconoce ahora que como consecuencia de éstos, la recesión será un -1,7% del PIB para este año y un -1,2% para 2013, una caída que duplica lo que ese mismo organismo pronosticó hace 11 días.
El anuncio de Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE), de que se adoptarían medidas para ayudar a España e Italia, sirvió a fines de esta semana de temporal bálsamo, que permitió la subida de las Bolsas y la bajada de la prima de riesgo-país española. Merkel y Hollande respaldaron a Draghi y aseguraron que harían “todo lo necesario” para defender la eurozona. Sin embargo, hasta los propios socios de Merkel en la coalición que gobierna Alemania, los socialcristianos de la CSU y los liberales del FDP, son partidarios de echar a países como Grecia del euro.
A la crisis que ya sufre la banca española y que motivó el pedido de Rajoy del primer rescate a la “troika” –el BCE, FMI y la UE– por 100.000 millones de euros, se ha sumado ahora la gran crisis de importantes regiones autónomas. Si la semana pasada fue Valencia la que lanzó al gobierno un SOS para poder pagar a sus acreedores y a sus funcionarios públicos, luego le siguió Murcia y posteriormente Cataluña, una de las regiones más ricas de España. El gobierno catalán, en manos de CiU, la derecha catalana, está a su vez inmerso en un gravísimo caso de corrupción, como Valencia, que está en manos del PP.
El FMI ya ha sugerido a Rajoy que esas regiones “pasen bajo control de la Administración central no bien se puedan hacer los cambios legales”, lo que supondría de hecho minar el propio Estatuto de Autonomía que se pactó en la Constitución de 1978 y por el cual estas regiones pasaron a tener cada vez más competencias.
El gobierno de Rajoy se encuentra desbordado por este nuevo frente, por lo que cada vez se ve como más probable que dé el paso de pedir a la “troika” un nuevo rescate, pero esta vez más grande, global. Según la agencia Reuters y el diario británico The Guardian podría ser de 300.000 millones de euros, lo que acarrearía que España fuera aún más que ahora un “protectorado” de la UE, el BCE y el FMI.
Añadiendo aún más inquietud a la situación, el poderoso grupo británico Barclays ha confirmado que retirará importantes capitales de sus sedes en Madrid y Lisboa, en previsión de un eventual colapso de España y Portugal y su salida del euro.
Tanto Rajoy como sus ministros de Economía y Hacienda, De Guindos y Montoro, respectivamente, se ven obligados diariamente a responder a este tipo de preguntas de los periodistas: “¿Habrá un nuevo rescate?”, “¿De qué importe será?”, “¿Qué vía se usará?”.
Ellos niegan rotundamente esa posibilidad, pero todos recuerdan que hasta el día de hoy también niegan que sea un rescate –le llaman “línea de crédito”– los 100.000 millones de euros que ya se le concedieron a España para recapitalizar su banca privada.
Pero ni los expertos más optimistas se aventuran a pronosticar que pueda haber una recuperación en un plazo menor a cinco años.
Europa sigue dando tumbos sin encontrar la salida a su crisis y los “ajustazos” que se aplican, como hacen Rajoy en España, Monti en Italia o Samarás en Grecia, lejos de mejorar las cosas las empeoran. El FMI, después de haber sido uno de los que más presionaron a Rajoy para que hiciera duros ajustes, reconoce ahora que como consecuencia de éstos, la recesión será un -1,7% del PIB para este año y un -1,2% para 2013, una caída que duplica lo que ese mismo organismo pronosticó hace 11 días.
El anuncio de Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE), de que se adoptarían medidas para ayudar a España e Italia, sirvió a fines de esta semana de temporal bálsamo, que permitió la subida de las Bolsas y la bajada de la prima de riesgo-país española. Merkel y Hollande respaldaron a Draghi y aseguraron que harían “todo lo necesario” para defender la eurozona. Sin embargo, hasta los propios socios de Merkel en la coalición que gobierna Alemania, los socialcristianos de la CSU y los liberales del FDP, son partidarios de echar a países como Grecia del euro.
A la crisis que ya sufre la banca española y que motivó el pedido de Rajoy del primer rescate a la “troika” –el BCE, FMI y la UE– por 100.000 millones de euros, se ha sumado ahora la gran crisis de importantes regiones autónomas. Si la semana pasada fue Valencia la que lanzó al gobierno un SOS para poder pagar a sus acreedores y a sus funcionarios públicos, luego le siguió Murcia y posteriormente Cataluña, una de las regiones más ricas de España. El gobierno catalán, en manos de CiU, la derecha catalana, está a su vez inmerso en un gravísimo caso de corrupción, como Valencia, que está en manos del PP.
El FMI ya ha sugerido a Rajoy que esas regiones “pasen bajo control de la Administración central no bien se puedan hacer los cambios legales”, lo que supondría de hecho minar el propio Estatuto de Autonomía que se pactó en la Constitución de 1978 y por el cual estas regiones pasaron a tener cada vez más competencias.
El gobierno de Rajoy se encuentra desbordado por este nuevo frente, por lo que cada vez se ve como más probable que dé el paso de pedir a la “troika” un nuevo rescate, pero esta vez más grande, global. Según la agencia Reuters y el diario británico The Guardian podría ser de 300.000 millones de euros, lo que acarrearía que España fuera aún más que ahora un “protectorado” de la UE, el BCE y el FMI.
Añadiendo aún más inquietud a la situación, el poderoso grupo británico Barclays ha confirmado que retirará importantes capitales de sus sedes en Madrid y Lisboa, en previsión de un eventual colapso de España y Portugal y su salida del euro.
Tanto Rajoy como sus ministros de Economía y Hacienda, De Guindos y Montoro, respectivamente, se ven obligados diariamente a responder a este tipo de preguntas de los periodistas: “¿Habrá un nuevo rescate?”, “¿De qué importe será?”, “¿Qué vía se usará?”.
Ellos niegan rotundamente esa posibilidad, pero todos recuerdan que hasta el día de hoy también niegan que sea un rescate –le llaman “línea de crédito”– los 100.000 millones de euros que ya se le concedieron a España para recapitalizar su banca privada.
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