Su viaje comenzó el 3 de mayo del año pasado. Después del verano
en Cariló, partieron en un tren a Tucumán. Todo comenzó con un grupo he
terogéneo, amigos de amigos que se juntaron porque es difícil arrancar
un viaje así sólo. “Al principio, lo primordial para nosotros no era pintar”,
cuenta Pilar. Fue en Salta cuando empezaron a pintar.
en Cariló, partieron en un tren a Tucumán. Todo comenzó con un grupo he
terogéneo, amigos de amigos que se juntaron porque es difícil arrancar
un viaje así sólo. “Al principio, lo primordial para nosotros no era pintar”,
cuenta Pilar. Fue en Salta cuando empezaron a pintar.
Recuerdan que no sabían cómo empezar, no tenían ni una carpeta con sus trabajos
y nunca habían hecho un mural. Su fuerte era la pintura sobre vidrio y la ilustración,
“en la pared es otra historia”, asegura Julián, “no sólo no sabíamos cómo encarar
a la gente, sino que menos cuánto salía nuestro trabajo”, agrega Pilar.
Pero después de un par de días en un hostel de Salta fueron a hablar con la dueña
y les ofreció pintar tres mesas por una noche de hospedaje. Fue ahí cuando apren
dieron la modalidad del intercambio de pintura por hospedaje, “eso nos sirvió mu
cho durante el viaje y lo estamos implementando en cada lugar al que vamos”, cuen
ta Julián. En Bolivia y Perú el viaje se puso más complicado ya que difícilmente po
dían pintar en las calles y tuvieron que rebuscarse con otros trabajos para poder sub
sistir y seguir viaje.
UN CAMBIO
DE RUMBO
En Paracas terminaron yendo al mejor hostel a ofrecer sus servicios y lograron su co
metido, “nos dijeron que hagamos lo que queramos y nos dieron todos los materia
les. Estuvimos un mes pintando todo el día, todos los días. Éramos nenes con chi
che nuevo”, recuerda Pilar, “hoy miro esos murales y me doy cuenta de lo que creci
mos, como artistas y como personas, Paracas para nosotros fue un clic. No éramos
más los que vendíamos trufas en las calles, sino que empezábamos a ser cíclope”
, agrega Julián.
La bola se corrió y llegó hasta Lima, donde además del hostel pintaron vidrieras de
locales y casas particulares. Entre el boca a boca y Facebook se las arreglaron pa
ra estar 4 meses en Perú y no parar de pintar. Se compraron una tablet y una com
putadora, “así nos podíamos empezar a comunicar con el mundo, queríamos empe
zar a difundirnos”, dice Julián. Cumplido el ciclo partieron hacia Ecuador, pero sólo
se quedaron un mes. Estando en Quito les empezaron a salir propuestas para pin
tar en Bogotá, Colombia. Terminaron su trabajo y no lo dudaron, después de 35 ho
ras de viaje en colectivo, llegaron. Y lo que les pasó en Perú, se magnificó.
Pintaron en empresas, productoras, bibliotecas, hospedajes y casas particulares;
pintaron su hostel y el de al lado. Pintaron tanto que en enero se pudieron tomar un
mes de vacaciones y recorrer Colombia como turistas con un grupo de amigos. Es
taban felices, exultantes, pero también cansados. Cuentan que disfrutaron cada mo
mento, pero que también fue un desafío, empezaron a hacer cosas nuevas, a salir
de sus zonas cómodas, esto los hizo crecer como nunca y conocer gente buena
que se llevan para toda la vida. “Es re loco porque haciendo esto, conoces realme
nte a la gente del lugar. Más de uno nos invitó a comer un asado con su familia o nos
llevó a recorrer la ciudad”, cuenta Pilar. Ahora las vacaciones se terminaron y vol
vieron las pinceladas, pero tuvieron un mes de descanso merecido.
http://www.elcronistadiario.com/2014/03
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