La inseguridad ha demostrado ser real y no una simple sensación. Mientras continúan ocurriendo delitos en todo el territorio bonaerense, con la misma
gravedad y tenor que se produjeran antes del Gobierno de Cambiemos, los
titulares de las dependencias policiales de la provincia de Buenos Aires
tienen prohibido informar a la prensa sobre hechos delictivos ocurridos, y
entre la comunidad no desaparece el temor, el cual además ahora se ex
presa a través del hermético silencio por miedo a las represalias.
gravedad y tenor que se produjeran antes del Gobierno de Cambiemos, los
titulares de las dependencias policiales de la provincia de Buenos Aires
tienen prohibido informar a la prensa sobre hechos delictivos ocurridos, y
entre la comunidad no desaparece el temor, el cual además ahora se ex
presa a través del hermético silencio por miedo a las represalias.
Desde que asumieran los funcionarios del nuevo Gobierno macrista, se ha
trabajado intensamente por la inseguridad, pero no con el objetivo de al
canzar el utópico delito cero, sino en acallar la voz de quienes manejan la información precisa de los hechos: la policía. Poco después de asumir en
su cargo la Gobernadora María Eugenia Vidal, a través del Ministerio de
Seguridad de la provincia de Buenos Aires, los titulares de las dependen
cias policiales de todo el territorio bonaerense fueron obligados a mante
ner el silencio y en ningún caso, salvo en los indicados por las autoridades
de Gobierno, pudieron a partir de allí informar a la prensa sobre los delitos registrados, como así tampoco sobre los operativos y procedimientos lleva
dos a cabo.
De manera inmediata esta decisión arbitraria, que para quienes trabajamos
en los medios de prensa parece un intento por limitar la libertad de expre
sión a través de la desinformación, hizo desaparecer la noticia policial dia
ria de las portadas de los diarios locales en los municipios bonaerenses,
quizás en un intento de hacer creer a la opinión pública que se ha podido
vencer la inseguridad, pero que en definitiva sigue golpeando a nuestra
puerta todos los días. Es que lo que no se puede acallar es a la gente.
Los que llevamos décadas en el partido de La Costa sabemos bien que en
nuestro municipio las cosas antes eran diferentes. Cuántas veces nos en
contramos con vecinos en la esquina a recordar aquellas épocas en las que dejábamos la puerta de nuestra casa abierta, el auto en la calle sin llaves ni
alarmas, la bicicleta o la moto apoyada en un árbol sin protección contra
un posible robo. Hoy la realidad es diferente, y lamentablemente nos hemos
tenido que acostumbrar a incluso mirar hacia nuestras espaldas cuando escuchamos pasos detrás nuestro en la calle.
Por supuesto que esto se debe al hecho de que el partido de La Costa no es
tá aislado de la coyuntura nacional, donde el delito continúa creciendo en
volumen y en conformación, dejando paso a una violencia cada vez más fe
roz, como consecuencia de las varias décadas de vaciamiento de nuestro
país, no sólo vaciamiento económico, sino principalmente vaciamiento inte
lectual y educativo.
Lo cierto es que el hecho de haber sido desplazada de los medios la noticia
policial de cada día, no significa que esta ya no exista, sino que finalmente
el silencio ha ganado terreno en la inseguridad. Hoy no sólo nos encontra
mos en un escenario en el cual la policía debe callar, sino que además las
propias víctimas y testigos de delitos temen hablar por miedo a las represa
lias.
En la redacción de Opinión todos los días nos anoticiamos de algún nuevo hecho delictivo, pero en la mayoría de los casos no podemos comunicarlos debido a la negativa de entrega de información que recibimos por parte de las fuerzas policiales, y en la mayoría de los casos los damnificados se niegan a hablar por temor.
Pero el miedo de la gente no sólo reside en optar por no dar a conocer lo
que le ha sucedido a través de los medios de comunicación, sino que tam
bién en muchos casos este temor los conduce a no realizar las denuncias
ante las autoridades policiales, y como bien decía un importante represen
tante de la fuerza local cuando aún podían hablar con la prensa, si no hay
denuncia no existe el delito.
Sin embargo, gran parte de la población de nuestro municipio, como sucede
también en la mayoría de los distritos bonaerenses y cada pueblo de nues
tro país, prefiere llamarse a silencio y no denunciar ni comentar lo que ha te
nido que padecer, fundando este temor en la posible represalia que podrían
llegar a efectuar los delincuentes ante esto, porque muchos de ellos siguen
libres.
Por otra parte, el Gobierno bonaerense ha justificado su decisión de colo
car una mordaza a la policía en el hecho de la supuesta profunda investiga
ción sobre corrupción que está llevando a cabo en la fuerza, lo cual ade
más le agrega sin dudas un punto más de negatividad a las fuerzas policia
les ante la visión de la gente, ya que en esto funciona también la premisa
de “meter a todos en la misma bolsa”, por lo que la confianza en la policía
se ve socavada.
Bien sabemos que como en todos los ámbitos, existen policías corruptos
y policías honestos, y estos últimos sufren el desprecio de mucha gente
que considera que todos están en el mal camino. Sumado a ello, la mordaza
que el Gobierno les ha colocado sin miramientos a las autoridades policia
les de toda la provincia genera la sensación de que la policía no está traba
jando, y esto por supuesto provoca un gran disgusto y descontento en quie
nes todos los días salen a las calles a cuidar de los demás.
De esta forma la realidad se vuelve compleja, porque en definitiva estamos
frente a un gran silencio inducido, ya sea como sucede con quienes traba
jan en la policía, que son despedidos de la fuerza si hablan con la prensa,
como así también con la gente víctima de los delitos, que el temor los ha lle
vado al hermetismo absoluto.
Lo cierto es que este silencio no ha podido hacer creer a la gente que el
delito ha disminuido, lejos está de eso, sobre todo si tenemos en cuenta
la opinión de varios especialistas en la materia, que pronostican un nota
ble crecimiento del delito como efecto de la creciente desocupación, el
aumento de la pobreza y el incremento de personas que están en situacio
nes de vulnerabilidad extrema.
Mientras tanto, el Gobierno mira hacia la otra vereda, ya que considera que
es más importante llevar a cabo una política con una visión internacionalis
ta, preocupado por dejar una buena imagen de Argentina en el exterior, ha
ciendo oídos sordos a la necesidad real de la gente que transita todos los
días de su vida de las fronteras hacia adentro. Por ello, el pronóstico no
puede ser más que desalentador y preocupante.
Lic. Graciela Marker
trabajado intensamente por la inseguridad, pero no con el objetivo de al
canzar el utópico delito cero, sino en acallar la voz de quienes manejan la información precisa de los hechos: la policía. Poco después de asumir en
su cargo la Gobernadora María Eugenia Vidal, a través del Ministerio de
Seguridad de la provincia de Buenos Aires, los titulares de las dependen
cias policiales de todo el territorio bonaerense fueron obligados a mante
ner el silencio y en ningún caso, salvo en los indicados por las autoridades
de Gobierno, pudieron a partir de allí informar a la prensa sobre los delitos registrados, como así tampoco sobre los operativos y procedimientos lleva
dos a cabo.
De manera inmediata esta decisión arbitraria, que para quienes trabajamos
en los medios de prensa parece un intento por limitar la libertad de expre
sión a través de la desinformación, hizo desaparecer la noticia policial dia
ria de las portadas de los diarios locales en los municipios bonaerenses,
quizás en un intento de hacer creer a la opinión pública que se ha podido
vencer la inseguridad, pero que en definitiva sigue golpeando a nuestra
puerta todos los días. Es que lo que no se puede acallar es a la gente.
Los que llevamos décadas en el partido de La Costa sabemos bien que en
nuestro municipio las cosas antes eran diferentes. Cuántas veces nos en
contramos con vecinos en la esquina a recordar aquellas épocas en las que dejábamos la puerta de nuestra casa abierta, el auto en la calle sin llaves ni
alarmas, la bicicleta o la moto apoyada en un árbol sin protección contra
un posible robo. Hoy la realidad es diferente, y lamentablemente nos hemos
tenido que acostumbrar a incluso mirar hacia nuestras espaldas cuando escuchamos pasos detrás nuestro en la calle.
Por supuesto que esto se debe al hecho de que el partido de La Costa no es
tá aislado de la coyuntura nacional, donde el delito continúa creciendo en
volumen y en conformación, dejando paso a una violencia cada vez más fe
roz, como consecuencia de las varias décadas de vaciamiento de nuestro
país, no sólo vaciamiento económico, sino principalmente vaciamiento inte
lectual y educativo.
Lo cierto es que el hecho de haber sido desplazada de los medios la noticia
policial de cada día, no significa que esta ya no exista, sino que finalmente
el silencio ha ganado terreno en la inseguridad. Hoy no sólo nos encontra
mos en un escenario en el cual la policía debe callar, sino que además las
propias víctimas y testigos de delitos temen hablar por miedo a las represa
lias.
En la redacción de Opinión todos los días nos anoticiamos de algún nuevo hecho delictivo, pero en la mayoría de los casos no podemos comunicarlos debido a la negativa de entrega de información que recibimos por parte de las fuerzas policiales, y en la mayoría de los casos los damnificados se niegan a hablar por temor.
Pero el miedo de la gente no sólo reside en optar por no dar a conocer lo
que le ha sucedido a través de los medios de comunicación, sino que tam
bién en muchos casos este temor los conduce a no realizar las denuncias
ante las autoridades policiales, y como bien decía un importante represen
tante de la fuerza local cuando aún podían hablar con la prensa, si no hay
denuncia no existe el delito.
Sin embargo, gran parte de la población de nuestro municipio, como sucede
también en la mayoría de los distritos bonaerenses y cada pueblo de nues
tro país, prefiere llamarse a silencio y no denunciar ni comentar lo que ha te
nido que padecer, fundando este temor en la posible represalia que podrían
llegar a efectuar los delincuentes ante esto, porque muchos de ellos siguen
libres.
Por otra parte, el Gobierno bonaerense ha justificado su decisión de colo
car una mordaza a la policía en el hecho de la supuesta profunda investiga
ción sobre corrupción que está llevando a cabo en la fuerza, lo cual ade
más le agrega sin dudas un punto más de negatividad a las fuerzas policia
les ante la visión de la gente, ya que en esto funciona también la premisa
de “meter a todos en la misma bolsa”, por lo que la confianza en la policía
se ve socavada.
Bien sabemos que como en todos los ámbitos, existen policías corruptos
y policías honestos, y estos últimos sufren el desprecio de mucha gente
que considera que todos están en el mal camino. Sumado a ello, la mordaza
que el Gobierno les ha colocado sin miramientos a las autoridades policia
les de toda la provincia genera la sensación de que la policía no está traba
jando, y esto por supuesto provoca un gran disgusto y descontento en quie
nes todos los días salen a las calles a cuidar de los demás.
De esta forma la realidad se vuelve compleja, porque en definitiva estamos
frente a un gran silencio inducido, ya sea como sucede con quienes traba
jan en la policía, que son despedidos de la fuerza si hablan con la prensa,
como así también con la gente víctima de los delitos, que el temor los ha lle
vado al hermetismo absoluto.
Lo cierto es que este silencio no ha podido hacer creer a la gente que el
delito ha disminuido, lejos está de eso, sobre todo si tenemos en cuenta
la opinión de varios especialistas en la materia, que pronostican un nota
ble crecimiento del delito como efecto de la creciente desocupación, el
aumento de la pobreza y el incremento de personas que están en situacio
nes de vulnerabilidad extrema.
Mientras tanto, el Gobierno mira hacia la otra vereda, ya que considera que
es más importante llevar a cabo una política con una visión internacionalis
ta, preocupado por dejar una buena imagen de Argentina en el exterior, ha
ciendo oídos sordos a la necesidad real de la gente que transita todos los
días de su vida de las fronteras hacia adentro. Por ello, el pronóstico no
puede ser más que desalentador y preocupante.
Lic. Graciela Marker
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