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lunes, 27 de febrero de 2017

"El radicalismo va a terminar pagando un precio muy alto por su alianza con Macri"

Por Diego Genoud"No descartaría un escenario desastroso" dijo el investigador principal del Conicet a LPO.
"Hay una tensión dentro del oficialismo entre intereses particulares e intereses sociales de una minoría -casi de clase- que han aterrizado directamente para manejar el Estado, algo que se suponía no era 
necesario. No descartaría un escenario desastroso pero tampoco
 que se hagan correcciones y se prioricen la construcción política
 y los acuerdos sociales", dice el politólogo Carlos H. Acuña.
Investigador principal del CONICET, doctorado en la Universidad
 de Chicago y director del Programa Estado y Políticas Públicas 
de la Universidad de San Martín, Acuña sostiene que hay tres
brechas notorias entre las promesas de Cambiemos y la realidad: 
en la economía, en las instituciones y en la eficiencia.
Pese a eso, este reconocido especialista que compiló en los últimos
 años tres libros sobre Estado e instituciones afirma que hoy en 
Argentina el escenario sigue abierto porque el oficialismo -que
 expresa a los "huérfanos de la política"- aprendió a comprar la
 paz social. "Ha vuelto la noción del empate social en la lucha po
lítica y estamos de nuevo en los ciclos de stop and go. Pero eso 
ya no afecta la estabilidad del régimen democrático y no es menor"
, remarca.
¿Cómo evalúa desde hoy el triunfo de Cambiemos?
En el contexto largo de estabilidad democrática y estabilidad 
institucional, se rompieron juntas las dos grandes leyes de hierro
 de la historia argentina de los últimos 70 años: en elecciones
 libres y transparentes gana el peronismo y la centroderecha no
 puede ganar liderando una coalición. Macri logra llegar al gobier
no liderando una coalición. Pasó algo que no podía pasar, se 
corrieron los límites de factibilidad en la política argentina y esto 
abre escenarios impensados.
¿Cuáles serían?
Cambiemos aparece como un actor con novedades. Nos muestra 
una centroderecha que incorpora los viejos votantes de centrode
recha y de derecha, pero también una nueva generación mucho 
más pragmática, más comprometida con el juego democrático, con
 disposición a la transversalidad, al pragmatismo y al acuerdo con
 sectores peronistas, con sectores sindicales y con movimientos
 sociales. En el primer año, la disposición del gobierno a negociar
 fue una de las grandes sorpresas: eso le permitió administrar con
 bastante eficiencia la minoría con la que cuenta en el Congreso. 
Cambiemos incorpora a los "huérfanos de la política", de los que 
habló Juan Carlos Torre. Ahora tienen representación y ganan elec
ciones.

Las tres brechas

Cambiemos gana con la promesa de fortalecer las instituciones,
 el tema que usted abordó en sus últimos libros.
Sí, Cambiemos muestra tres brechas con respecto a lo que fue su
 discurso de campaña. La primera tiene que ver con el no 
crecimiento, 40 % de inflación, recesión, caída del salario real,
 aumento de la desocupación, todo eso contradice las expecta
tivas de una parte importante de su electorado pero sin embargo
 se da con estándares de conflicto bastante menores de los que 
uno hubiera esperado.
¿A qué atribuye ese bajo nivel de conflicto?
La amenaza del desempleo juega un papel importante. Pero además
 el gobierno ha mostrado pragmatismo y tiene una serie de recursos
 de poder: maneja en términos coordinados tres Estados de la enver
gadura de la Nación, la provincia y la ciudad de Buenos Aires. En un
 sistema político hiper-presidencialista, son recursos de poder de 
extrema significación. Esas jurisdicciones implican capacidades es
tatales y eso es poder político. El otro recurso de poder se lo tiene 
que agradecer al gobierno anterior y es la capacidad de
 endeudamiento. El gobierno aprendió a comprar la paz social,
 una relativa paz social. En democracia, uno distribuye recursos a
 cambio de paz social, es legítimo.
¿Cuáles sería las otras dos brechas?
Una tiene que ver con las instituciones, el manejo ético de la cosa
 pública. La serie de contradicciones de intereses que han surgido
 entre funcionarios, el propio Presidente, la familia del Presidente 
ha creado un clima complicado y ha desvalorizado la promesa
 original que Cambiemos le hizo a una parte importante de la clase
 media. La tercera brecha es que Cambiemos ganó prometiendo
 más eficiencia en el Estado, bajo el prejuicio de que el sector pri
vado es más eficiente. En el sector público, no tenés clientes: tenés
 una relación con ciudadanos que son portadores de derechos y de
 demandas y muchas veces no tienen capacidad de correrse a una
 oferta alternativa. Y Cambiemos ha mostrado una gran 
eterogeneidad en cuanto a la eficiencia, con áreas interesantes 
como Interior y Desarrollo Social y otras con absoluta incapacidad 
y desconocimiento de cómo funciona el Estado, que ni siquiera se
 debe a que se están beneficiando intereses particulares -en ese 
caso se entendería-, sino a la negligencia.
¿Qué pesa más, las decisiones y errores del presente o ese
 pasado del clan Macri que vuelve?
No hay que pensar sólo en Macri sino en Macri como parte de 
algo más grande. Existe también una cantidad importante de cua
dros de alto nivel empresario, llamados CEOS, que están en 
situación de contradicciones de intereses tan importantes que 
no se sostendrían en otros regímenes políticos o en otras sociedades.
Los empresarios
¿Qué perspectivas ve para Cambiemos en este año electoral?
La cuestión está en proceso. Yo no descartaría un escenario 
desastroso, con un escándalo de dimensiones que todavía nos 
uesta imaginar, pero tampoco descartaría correcciones para ir 
encaminando la cosa, donde se priorice la lógica de Estado, la 
construcción política y los acuerdos sociales. Hay una tensión 
dentro del oficialismo entre los intereses particulares y los inte
reses sociales de una minoría, intereses casi de clase. Y hay 
sectores que están muy incómodos. Lo que tiene de fascinante -
y también de preocupante- es que las clases más poderosas 
desde el punto de vista económico dejaron de controlar las políticas 
públicas a través de la variable inversión y han aterrizado 
directamente para manejar el Estado. Eso se suponía que estruc
turalmente no era necesario.
¿Cuál es el compromiso real de las elites con un gobierno que 
parece haber sido diseñado a imagen y semejanza de sus preten
siones?
En el plano político, las elites económicas tienen un absoluto 
compromiso identitario e ideológico con el gobierno de Macri: 
pase lo que pase, lo van a seguir votando. Ahora, el comporta
miento inversor es otra cosa porque ahí entran en juego otras 
variables y hay que entender la racionalidad empresaria. Como 
agente de acumulación, la elite económica demanda relativa
 certidumbre y la pregunta es: más allá de la simpatía hacia Macri
 ¿hasta qué punto las condiciones que se han creado son suficien
tes para incrementar la tasa de inversión? Hace falta una tasa de re
torno y un nivel de ganancia mínimamente aceptable, el campo lo ha 
encontrado y está respondiendo en términos productivos. Otros 
sectores no, tienen lógicamente radicalmente distintas y a veces
 intereses contrapuestos.

En el otro extremo de la pirámide social, las organizaciones sociales

 se presentan como las garantes de la gobernabilidad. ¿Cuál es su 
opinión?Las organizaciones sociales
Es un paso positivo. Es absolutamente cierto que existió un proceso
 de aprendizaje de que las profundas crisis terminan golpeando 
sobre todo a los sectores populares. Eso te lleva a respetar los 
resultados de las elecciones y a coordinar acciones con el Estado,
 sea quien sea el que esté en el gobierno. La institucionalización 
de estas organizaciones, la obra social de los trabajadores infor
males, eso es un salto cualitativo. Y lo han hecho sin abandonar
 su independencia política, aunque con altos costos políticos por
que en la competencia por la organización popular siempre alguien
 va a gritar la palabra traidor.
¿Además del costo político, no existe el riesgo real de convertirse 
en administradores o gestores de la pobreza ante el gobierno?
¡Por supuesto que lo hay! Porque en el momento en que aceptas
 jugar ese juego más pragmático te arriesgas a hacer un equilibrio
 difícil de mantener en el tiempo. Y puede ser que se vayan diluyen
do los aspectos más radicales de tu identidad para afianzar ese rol
 de gestor de la pobreza. Ahora bien, yo no creo que exista hoy en
 la Argentina ninguna estrategia que no implique altos riesgos: si
 implica bajo riesgo y resultado asegurado, muy probablemente sea 
de baja calidad, poco impacto y mera supervivencia.
¿Cómo ve la relación entre ese peronismo social y el peronismo
 institucional?
Veo dos tensiones distintas, una es la de los políticos peronistas o
 gobernantes peronistas con aquellos que son cabezas de organiza
ciones sociales o sindicales. Los que están en posiciones ejecutivas
 tienen una alta dependencia del ejecutivo nacional. La otra es la que
 existe entre el sindicalismo que cubre el empleo formal y las
 organizaciones que están ligadas al empleo informal o a los

Cambiemos cede ante las organizaciones sociales pero busca 
avanzar contra los sindicatos con presentismo, productividad y
 cambios en los convenios colectivos de trabajo.
La lucha política en Argentina tiene un aspecto fundamental ligado
 al tipo de democracia. Se discute si los trabajadores son un actor
 político colectivo importante a ser representado o si la
democracia con una concepción más liberal entiende a los
 sindicatos fuertes como un factor de debilitamiento de la de
mocracia. Es una discusión no saldada en Argentina, que en 
este momento se da entre el peronismo y Cambiemos, incluido
 el radicalismo. Cambiemos busca disciplinar a la fuerza laboral 
desde una concepción ideológica más liberal y más individualista
 pero se ve obligado a negociar porque no tiene margen político 
para otra cosa.
¿El enfrentamiento entre Moyano y Cristina dentro del peronismo
 fue una anomalía entonces?
No creo porque la tensión entre los cuadros de gobierno y los 
cuadros sindicales ha cruzado históricamente al peronismo: es
 constitutiva del peronismo y es comprensible que se sostenga
 en un movimiento político de ese tipo, que tiene aspiraciones de
 gobierno y tiene también demandas sindicales. Más allá de com
ponentes personales o situaciones históricas, esa tensión entre 
gobernantes y líderes sindicales no es una anomalía.
Las instituciones
En uno de sus libros, habla de los puntos de no retorno que marcó
 el kirchnerismo. ¿Cuáles serían hoy, con el gobierno de Cambie
mos ya avanzado?
Primero, las políticas para el mejoramiento de las condiciones de 
vida de los sectores populares. Este gobierno o gobiernos conser
vadores como este no tienen margen para llevar adelante políticas
 como las que observamos en el pasado. Puede tomar decisiones 
que afecten a los sectores populares pero hoy se da por el hecho 
que el Estado tiene un compromiso ligado a los derechos de los 
más necesitados. Otro punto de no retorno es el reconocimiento 
de los derechos humanos, resultado de un largo proceso. La con
dena al terrorismo de Estado es mayoritaria, lo que no quiere decir
 que no sigan violando los derechos humanos o que el Estado no 
se pueda dar el lujo de detener a Milagro Sala de una forma
 ilegítima e insostenible.

Los DNU, la independencia del poder judicial, la Oficina 
Anticorrupción que antes interesaban al macrismo ahora 
interesan al kirchnerismo. ¿Todos se vuelven 
institucionalistas en la oposición?

Sí y es absolutamente normal. Las oposiciones sobrevaloran 
los controles institucionales porque quieren controlar al 
gobierno y los gobiernos hacen todo lo posible para ser menos
 controlados. Es esperable en este cambio de sillas pero lo
 particularmente argentino son los extremos. Una cosa es que 
uno no quiera que lo controlen, otra cosa es nombrar a dos 
jueces de la Corte por decreto, eso no existe en ningún lado.
 Una cosa es tener a los organismos de control laxos, otra 
cosa es tenerlos asesorando a los cuadros del Ejecutivo para
 manipular o esconder sus contradicciones de intereses.
¿Qué diría entonces sobre la fortaleza de las instituciones? Hay 
victorias políticas que autorizan a ciertas voces como pasa en 
Estados Unidos. No veo a Trump como una revolución cultural:
 ese tercio racista en contra de las minorías siempre estuvo 
presente y no tenía espacio político, no tenía la autorización 
para expresar sus prejuicios, sus odios, sus molestias. Eran 
voces que estaban calladas pero no terminadas. Hoy ha vuelto
 la noción del empate social en la lucha política en Argentina y
 estamos de nuevo en los ciclos de stop and go. Antes esto
 llevaba a caída de regímenes políticos, a golpes militares y a 
violaciones de derechos humanos. Macri, como gobierno de 
centroderecha electo, es un mundo radicalmente distinto al 
mundo de los golpes de Estado que nosotros conocimos.
La alianza Cambiemos
¿Cómo ve el regreso de la corrupción a los primeros planos de la
 agenda política?
La promesa de una postura ética más institucional por parte de
 Cambiemos no se cumplió. Ahora, una cosa es que una parte
de tu electorado se vea impactado y hasta sorprendido por la 
continuidad de cierto tipo de problemas y otra cosa es que ese
 elector deje de votarte. Lo que muestra el proceso histórico es
 que la corrupción importa cuando las variables macroeconómi
cas y sociales no están funcionando bien.
¿Cuál es el rol de Elisa Carrió en ese marco?
Lilita por un lado da la ventaja de fortalecer porque Cambiemos 
muestra un control interno confiable para sus votantes. Es la 
Oficina Anticorrupción creíble y significa un capital político para
 el gobierno. Por el otro lado, creo que es una persona muy poco
 predecible, muy poco confiable en su comportamiento y en su
 lógica de construcción de poder, que ha sido siempre muy 
destructiva. Los últimos datos que vi de la Universidad de San 
Martín daban un tercio para Cristina, un tercio para Massa y un
 tercio para Carrió. Ella mantiene un capital absolutamente 
personal.
El gobierno parece con miedo de potenciar el capital político de
 Carrió. La prefieren en la ciudad.
Absolutamente, piensan que va estar más controlada en ciudad. 
El problema es que es el cuadro que les ofrece mejores chances
 en provincia. Es un dilema que el gobierno y Carrió están 
enfrentando. Pero es lógico que el gobierno desconfíe de las 
estrategias de Carrió por lo que ha sido su trayectoria, en todos
 los espacios en los que ha participado.
¿Y el radicalismo, hacia dónde va dentro de una alianza que 
conduce Macri?
Los propios radicales están sumamente preocupados. Había 
radicales que esperaban la derrota de Macri, no sólo por
 discrepar ideológicamente sino porque pensaban que eso les
 iba a dar la posibilidad de reconstituirse en algunas provincias.
 El radicalismo quedó en una posición sumamente desafiante. 
Hoy tiene un papel bastante desdibujado, que no queda claro 
si es para aportar cuadros de gestión o de control, que tampoco
 lo ha cumplido. Quedó muy atrás el radicalismo de Alfonsín, 
hoy representa más a sectores conservadores con fuerte
 presencia rural. Seguro va a terminar pagando un precio muy 
alto. 

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