o no, y a la instauración de un sistema económico dependiente
cuyas consecuencias con matices llegan hasta el presente.
La Junta Militar. Foto NA/Archivo.
Por Fernando Aguinaga.La última dictadura militar, de cuyo comienzo se cumplen hoy 41 años, constituye un hecho maldito en la historia del pueblo argentino, que se extendió en la región a partir de la aplicación del Plan Cóndor, que apuntó al aniquilamiento de los movimientos populares o con inspiración marxista, armados o no, y a la instauración de un sistema económico dependiente cuyas consecuencias con matices llegan hasta el presente.
Considerarlo un hecho maldito podría llevar a la confusión y
atribuirlo a cierto determinismo que lo alejaría de antecedentes
de los cuales el siglo XX estuvo plagado de ejemplos, como la
sangrienta Guerra Civil española y los horrores del franquismo,
o la guerra de Argelia, cuyos tentáculos ejecutores dejaron su
impronta en el accionar de los militares argentinos.
Lo es en la medida que marcó al menos a dos generaciones que
se vieron privadas de sus derechos esenciales, como los de
reunión, libre agremiación, libertad de prensa y de expresión o
pertenencia política, por citar los más importantes.
Tras la controvertida orden del gobierno constitucional que no
pudo concluir el tres veces presidente Juan Domingo Perón, de
"aniquilar" a las organizaciones guerrilleras (tal la palabra utiliza
da en el decreto de Isabel Perón), el accionar represivo cívico-
militar necesitó la toma del poder político para abarcar sectores
ajenos a la lucha armada que habían desarrollado su crecimiento
a partir de la reivindicación de derechos fundamentales en el
terreno laboral y político.
Si algo fue contundente y desembozado durante la dictadura
instaurada a partir del 24 de marzo de 1976, fue el disciplinamien
to forzoso de la clase trabajadora, con miles de obreros de
saparecidos, en su gran mayoría arrancados de las fábricas o
sus lugares de trabajo, con la complicidad de sectores empresa
rios como ha quedado demostrado en los juicios por los crímenes
de lesa humanidad cometidos entre aquella fecha y 1982 cuando
la reinstauración democrática.
Las consignas históricas que se han repetido a lo largo de los
años de "ni olvido ni perdón" o "juicio y castigo" apuntan hoy a
sostener un espacio que en mas de una oportunidad y aun en
este presente no puede ni debe vaciarse de significación ni valor
simbólico.
El giro ideológico puesto en evidencia a partir del actual gobierno
encabezado por Mauricio Macri, coincide con una suerte de
amesetamiento de los juicios contra los ejecutores del terroris
mo de Estado responsables 30.000 asesinatos y desapariciones,
en el momento de inflexión para saber quiénes fueron los auto
res o instigadores civiles de esos crímenes.
Buenos Aires, NA.
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