El kirchnerismo intimó a Scioli a pelearse con Boldt, Cablevisión y el campo, para liberarle los fondos para los sueldos de junio y el medio aguinaldo. Anoche el gobernador firmó el decreto que convalida una licitación amañada para beneficiar a Cristóbal López. El rol de Carlos Gallo, el hombre del zar del juego en la Provincia.
El acto administrativo pasó desapercibido en medio de la discusión por la suba de impuestos al campo, pero fue la primer señal concreta de la nueva rendición incondicional que Daniel Scioli se prepara a consumar frente a las siempre renovadas exigencias del kirchnerismo
Ayer por la noche el gobernador firmó el decreto que convalida los pliegos redactados para convocar a una nueva licitación del control online del juego en la provincia, lo que en el mundo del juego se conoce como “la madre de todas las batallas”. Hoy ese contrato está en manos de Boldt, la firma de la familia Tabanelli que el vicepresidente Amado Boudou eligió como rival.
El pliego fue redactado por Carlos Gallo, un oscuro empleado de la Lotería bonaerense que responde directamente al zar kirchnerista del juego, Cristóbal López. Gallo es hoy el hombre fuerte del organismo, que en lo formal preside Jorge “Piedrita” Rodríguez. En rigor, Lotería bonaerense sufre una doble intervención: la del cristobalista Gallo y la del ex titular del organismo, el sciolista jugador de Póker, Luis Alberto “Chiche” Peluso.
Gallo -que compite con Peluso por la intermediación con los bingos y el flujo de divisas que acercan mensualmente-, logró imponerse en esta oportunidad y el pliego para el control de las apuestas online es una verdadero traje confeccionado a la medida de Tecnoacción, la firma de Cristóbal López para este negocio.
El zar del juego se quedó con el 49% de las acciones de esta compañía -que había comprado la multinacional griega Intralot-, con un sistema similar al que luego ensayarían los Eskenazi en YPF: pagó su participación con los propios dividendos del negocio. Delicias y beneficios de la elite empresaria del kirchnerismo.
El insólito interés de Scioli por dedicarse a un tema relativamente menor, en medio de una de sus horas más críticas como gobernador, no es casual. La firma de ese decreto es parte del pliego de condiciones que el kirchnerismo le giró, bajo la promesa de transferirle los fondos necesarios para pagar los sueldos de junio y el medio aguinaldo. Se habla de unos 3.000 millones de pesos.
Las tres exigencias
Las exigencias de la Casa Rosada son previsibles: Le reclaman al gobernador que confirme su lealtad, tomando medidas gravosas contra tres de los demonios kirchneristas: el campo, Boldt y Cablevisión. Por eso ayer también, Scioli giró al Poder Ejecutivo nacional su proyecto de decreto para aumentar la valuación fiscal de las tierras de los productores bonaerenses.
La anomalía institucional de un gobernador que perdió la última firma de las normas de su propio gobierno, confirma así que hoy la provincia de Buenos Aires es un dispositivo subordinado al control político y ahora administrativo del gobierno central.
El avance contra Cablevisión se instrumentará a través de la aplicación del impuesto de ingresos brutos –del que estaba exenta- y abriendo la puerta a los municipios para que le cobren tasas a los cableoperadores. Ya son varios los intendentes kirchneristas, encabezados por el jefe comunal de Lobos, que han colocado a Cablevisión en la mira.
Lo que el kirchnerismo está haciendo es una operación a cielo abierto del corazón político de Scioli, forzándolo a dinamitar buena parte de la estructura de poder real que lo acompañó estos años. El viraje, aún para un hombre tan plástico como el gobernador, es lógico que produzca desacoples entre sus seguidores.
Tensión en el Instituto
Una muestra de esto es la guerra abierta que se ha desatado en el Instituto Provincial de Lotería y Casinos de la provincia de Buenos Aires (más conocido como Lotería bonaerense), donde el giro de Scioli a erigido al cristobalista Gallo en nuevo hombre fuerte.
Gallo no sólo redactó el pliego para la licitación del control del juego online, sino que también tiene en sus manos el que convocará a una nueva puja por el casino Trilenium de Tigre, otra de las joyas de la corona de Boldt que ambiciona Cristóbal López.
Esta avanzada desequilibró el ecosistema de Lotería y particularmente a Pilar Rego, la representante de Peluso en el organismo. Furiosa esta funcionaria dispuso una inspección en el Bingo de Los Polvorines, el único que Cristóbal López reconoce como propio. Gallo, salteándose todas las jerarquías administrativas, ordenó a los inspectores que se retiraran de manera inmediata, bajo la amenaza: “El que se mete ahí, se mete con nosotros”.
“Que Gallo no se meta porqué sólo está acá para garantizarle el online a Cristóbal”, se la escuchó gritar indignada a Reo ante la contraorden. Pero Gallo se metió y Scioli convalidó.
El futuro ya llegó
“El problema es que aún haciendo todo lo que nos piden, no tenemos ninguna seguridad que nos giren la plata”, se sinceró uno de los colaboradores de Scioli. Por eso, cada vez son más los que le dicen al gobernador, que acaso haya llegado el momento de plantar bandera.
De hecho, un grupo de senadores radicales le hizo saber que si se decide a cortar amarras con la Casa Rosada -o al menos esbozar algún atisbo de autonomía-, puede contar con ellos para conseguir quórum, nada menos que en el cuerpo que preside Gabriel Mariotto.
El problema de fondo es obvio: la sucesión. Scioli es hoy uno de los dirigentes mejor ponderados por la sociedad y sería el candidato “natural”, si el peronismo fuera una organización política menos apegada a los personalismos o más acostumbrada a procesar de manera institucional sus relevos.
“La continuidad de Cristina es Cristina “, suele repetir el líder de La Cámpora, Andrés “El Cuervo” Larroque. Esa idea requiere de una reforma constitucional que habilite un tercer mandato de la Presidenta. Los primeros sondeos que realizó el gobierno marcaron un profundo rechazo de la sociedad a esa iniciativa. Acaso sea esa la explicación de las recientes declaraciones de Cristina a favor de “pasar la posta” y la sordina en la que sumergió los ímpetus reformistas.
Scioli apostó todos estos años a ser el sucesor elegido del kirchnerismo y dio permanentes muestras de “lealtad”. El propio razonamiento revela el problema: sólo necesita dar testimonio aquel que no se siente –o no se le reconoce- la entidad de parte.
Cristina le demostró con la elección de Mariotto como vice –el único nombre que de verdad rechazaba Scioli-, que es lo que debía esperar para su segundo mandato: desconfianza, hostigamiento y un trato que bordea el desprecio.
La pregunta que debe responderse Scioli es obvia: ¿Cuánto tiempo más puede sostener el simulacro de formar parte de una fuerza que lo trata como a un enemigo? ¿Cuándo llegará el momento preciso en que ya no habrá espacio para retroceder, porque lo que quede sea el precipicio?
¿Será ese momento cuando no pueda pagar los sueldos? ¿O para ese entonces ya será demasiado tarde y su sólida imagen positiva se habrá evaporado?
El kirchnerismo, ajeno a estas cavilaciones, decidió extremar el conflicto. No resuelve el problema de su sucesión, pero le sobra entusiasmo para demoler las alternativas.
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