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miércoles, 20 de marzo de 2013

El nuevo Papa y la política argentina



El titular del centro de estudios Nueva Mayoría, Rosendo Fraga, considera que el encuentro entre Cristina y Francisco puede servir para iniciar una tregua entre ambos, pero "dificilmente una acuerdo que pacifique la relación", mientras tanto el consultor sostiene que el kirchnerismo va por CFK 2015
Por Rosendo Fraga (*)

La designación del nuevo Papa, Jorge Bergoglio, es un hecho de dimensión histórica por cuatro razones. La primera es que se trata del primer Papa no europeo, desde los primeros siglos de la Iglesia. Esta se hizo euro-céntrica, cuando en el siglo IV, se transformó en la religión oficial del Imperio Romano. Desde entonces, el Catolicismo fue la religión predominante en Europa y todos los papas nacieron en este continente. Es la primera vez en muchos siglos, que el nuevo Papa no elige el nombre de un sucesor admirado. (La numeración de los nombres, lo evidencia, Juan XXIII, Benedicto XVI, Pío XII, Paulo etc.) Bergoglio rompe con esta tradición y elige el nombre de un santo, el de San Francisco de Asís, el santo de la pobreza, la humildad y la mansedumbre, que vivió entre fines del siglo XII y el XIII y que en algún momento estuvo al borde de ser declarado hereje por el Vaticano, por el cuestionamiento a la pobreza que significaba su testimonio de vida. En tercer lugar, es el primer Papa de la orden Jesuita, que en la segunda mitad del siglo XVIII, fue prohibida por el Papado y siempre se ha caracterizado por una interpretación más intelectual del Catolicismo. Por último, ha sido elegido el primer Papa latinoamericano, lo que implica asumir la realidad de que ya el 45% de los católicos son de esta región y que en un cuarto de siglo serán probablemente dos tercios.

Pero este hecho inédito, histórico y de dimensión mundial, en Argentina y en particular en la política interna, es percibido como que ha sido elegido Papa un adversario del gobierno. Bergoglio, tanto como Arzobispo de Buenos Aires, como en la función de Presidente del Episcopado que ejerció hasta la segunda parte del primer gobierno de Cristina Kirchner, era visto por ella,- también lo fue para su marido,- como uno de los mayores adversarios del gobierno, junto con los titulares de los grupos Clarín (Magnetto) y Techint (Rocca), a los que se sumó en el primer año del segundo gobierno el titular de la CGT opositora (Moyano). En la tarde del miércoles 13, al conocerse quien había sido electo Papa, la reacción del Cristinismo fue inmediata: los bloques oficialistas tanto en la Cámara de Diputados de la Nación, como en la Legislatura porteña, se negaron a permitir los homenajes al nuevo Papa propuestos por legisladores de la oposición; los cuestionamientos a Bergoglio, no sólo surgieron desde el ala izquierda del oficialismo y desde las organizaciones de derechos humanas alineados con él, sino que se sumaron gobernadores como el de Río Negro; la estructura de medios del oficialismo (los diarios Página 12 y Tiempo Argentino, el programa 6,7,8 del Canal de TV oficial, etc.) denunciaron la supuesta complicidad de Bergoglio con la represión en los años setenta, desmentida por personalidades de reconocida militancia en los derechos humanos (Pérez Esquivel, Fernández Meijide, Alicia Oliveira, etc.) y la justicia que investigó el caso de jesuitas desaparecidos y otras personalidades. El saludo de la Presidenta argentina de esa noche, no sólo fue más frío que el de EEUU y China, sino también que el de residentes del ALBA de América del Sur, como Correa y Morales. Pero un día después, desde el oficialismo, comenzaron a surgir voces que elogiaron al Papa (Moreno, Mariotto y otros).

El gesto de Bergoglio de recibir a Cristina Kirchner antes que a cualquier otro Presidente del mundo, puede abrir una tregua, pero no será un acuerdo o una recomposición. Durante los cinco años y tres meses de gobierno que ella lleva, Bergoglio, primero como Presidente del Episcopado y después como Arzobispo de Buenos Aires, le pidió entrevistas en 14 oportunidades, sin que lo recibiera en ninguna de ellas. El gesto de Bergoglio de recibirla con prioridad antes de asumir el Papado, adquiere así una gran significación política. Cuando el domingo 17, la Presidente viajaba a Roma para dicho encuentro, los medios de comunicación oficialistas y los dirigentes de las organizaciones de derechos humanos alineadas con el gobierno, seguían denunciando a Bergoglio, pese a las desmentida del Vaticano sobre supuesta complicidad con la represión y los testimonios a su favor de los curas villeros, los familiares de las víctimas de Cromañón y Once, la fundación que combate y denuncia la trata de personas, los presos de las cárceles de la ciudad de Buenos Aires, y dirigentes de las iglesias evangélicas y de la comunidad judía. Pero cada palabra del nuevo Papa, será interpretada en la política argentina como si es a favor o en contra del gobierno, aunque el Francisco I le hablará al mundo y en particular a los 1200 millones de católicos, de los cuales sólo el 3,5% vive en Argentina. La oposición,- que tenía buena relación con Bergoglio tanto en lo político como en lo sindical,- ha visto su elección como positiva y el gobierno teme que su visita al país antes de las elecciones de octubre, lo perjudique electoralmente. El gobernador bonaerense (Scioli), se diferenció claramente del gobierno nacional, con dos mensajes muy elogiosos sobre el nuevo Papa.

Mientras tanto, el Cristinismo ha retomado con ímpetu el proyecto de reforma de la Constitución y reelección de la Presidenta en 2015. El viernes 15 de marzo, se reunieron en Paraná, diez gobernadores del Cristinismo, intendentes y dirigentes políticos del oficialismo nacional. El único gobernador excluido fue Scioli, acusado de tener un proyecto personal no subordinado al de la Presidenta. Los gobernadores más enfáticos apoyando a Cristina fueron los de Entre Ríos (Uribarri), Formosa (Insfrán), Salta (Urtubey) y Chaco (Capitanich). Este último propuso realizar una consulta no vinculante sobre la reelección,- que hoy el Cristinismo perdería,- y el primero es mencionado como un candidato alternativo a Scioli que la Casa Rosada apoyaría si no puede reformar la Constitución. Al mismo tiempo, tienen lugar nuevas incidencias en los conflictos del gobierno nacional con los medios de comunicación privados, la Suprema Corte, el sindicalismo opositor y el campo.

En conclusión: la elección del nuevo Papa es un hecho histórico, al ser el primero no europeo desde los inicios del Cristianismo, por el nombre del Santo que eligió y por ser el primero jesuita y latinoamericano; pero en la política argentina, es percibido como que un hombre opositor al gobierno es el nuevo Papa y las denuncias contra él surgidas e impulsadas desde el oficialismo lo confirmaron; la audiencia que le concedió Francisco I a la Presidenta argentina en la mañana del lunes 18, puede iniciar una tregua entre ambos, pero difícilmente una acuerdo que pacifique la relación y mientras tanto el Cristinismo ha redoblado su apuesta a favor de la reforma de la Constitución y una nueva candidatura de Cristina en 2015, en el plenario que realizó el viernes 15 en Paraná.

(*): Titular del centro de estudios Nueva Mayoría

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