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miércoles, 17 de febrero de 2016

l peronómetro del Justicialismo


El peronismo es un hervidero; todo el mundo en la actualidad se arro
ga la condición de peronista tradicional, sacan a relucir su pasado mili
tante, aunque muchos no pueden mostrar nada fuera del kirchnerismo
; y a los más viejos les cuesta esconder su obsecuencia al último gobier
no que enarboló las banderas del peronismo en los discursos, pero sin
 dejar de pisotearlas en la práctica.
*Por Mario Baudry

Cuando se le pregunta a Massa por el PJ, dice que no es su pelea, que

 es sólo un sello de goma, que sólo quiere levantar sus banderas y los 
sueños del peronismo. Pero detrás de bambalinas manda a Bossio a 
romper, para garantizarse así ser una necesidad para el presidente Ma
cri; sin el bloque del FR no hay posibilidad de leyes.

El peronismo tradicional no sigue las directivas de Cristina Kirchner,

 busca diferenciarse de su estrategia de dinamitar el gobierno de Macri,
 los sindicatos y los bloques que conforman el PJ, compuestos cada
 día por más diputados que responden a los gobernadores.

Busca negociar cada propuesta del Presidente, conseguir concesio

nes para sus provincias, las cuales van a pasar penurias eco-nómicas
 si se enfrentan al Gobierno nacional. Un toma y daca, en su estado
 más puro de la política nacional.

Durante su gestión, el kirchenerismo vapuleó al peronismo, y el cristi

nismo barrió con todos los liderazgos personales; no quedó nadie con
 suficiente peso político como para encabezar una reorganización par
tidaria.

Gobernadores como Urtubey y Das Neves acusan a la ex mandataria 

de ser la causante de la mayor derrota del peronismo en su historia.

La ausencia de la expresidente de los lugares de discusión hace acre

centar esa brecha entre el kirchnerismo y el peronismo; si la estrate
gia fue la ausencia para esperar el clamor popular para que vuelva, no
 está dando los resultados esperados. A medida que pasan los días, la
 fractura entre los dos espacios es cada vez más grande.

Los pases de factura entre los distintos sectores del peronismo están 

a la orden del día, nadie se hace cargo de la derrota, y las barbas lar
gas son el look más requerido a la hora de disfrazarse para evitar el 
escarnio popular.

La supuesta traición de Bossio al FPV se pergeñó en el asado de Pina

mar, organizado por Massa. Para el ex jefe de la Anses, formar un nue
vo bloque justicialista resultaba importante. Su sueño es posicionar
se como candidato a Gobernador del Frente Renovador, lugar que se
 encuentra vacante desde el magro resultado de Felipe Solá; pero pa
ra Massa, Bossio es sólo una cuña dentro del FPV que sirvió para rom
per; es mas fácil arreglar con traidores.

Algunos creen que la traición es sólo un estado en el tiempo. Si Bossio

 gana la Provincia se convertiría en el mejor estratega, pero ¿quién le
 garantizaría a Massa no ser el nuevo traicionado?

En las huestes massistas se preguntan: Si traicionó a Cristina, que le 

dio todo, ¿por qué nos va a respetar a nosotros, que no le dimos nada?
 Aunque alguno reflexiona que Maquiavelo entiende que la traición es
 parte fundamental de la política.

Lo cierto es que el peronismo no está en condiciones de enfrentar una 

interna, la cual puede ser muy dura, de mucho costo social y político; la
 mayoría opta por una lista de consenso, que todavía no está acordada,
 o una conducción tripartita, pero no se ponen de acuerdo en quiénes 
sean los tres integrantes de la conducción.

Si el 8 de mayo no hay solución, la jueza María Servini de Cubría dispon

dría la intervención, como lo solicitó Duhalde.

Al gobernador de Salta le convenía que sea Bossio el que encabece la 

ruptura y no sus diputados, así no carga con la culpa social de la trai
ción; ningún Borocotó puede ser cabeza de lista dentro del peronismo;
 y conocedor como pocos del sentimiento popular, liberó el lugar para 
que sea otro el que cargue con las culpas.

Pero el peronismo bonaerense está en guerra, nadie se encamina a con

ducir a la gran masa de votantes; sin provincia de Buenos Aires no hay 
presidencia posible. Hoy esta realidad le sirve a Macri; si logra controla
r la economía tendrá una Presidencia tranquila, pero no debe olvidar 
que un pueblo con los bolsillos vacíos y sin conducción política es un
 polvorín capaz de estallar en cualquier momento.

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