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miércoles, 13 de abril de 2016

Las batallas de Vidal, frentes adentro y afuera

Cómo empieza a moverse el PRO en la Provincia con la mira en 2017. Rela
ciones internas y el juego dentro del gabinete. Además, el panorama con
 los aliados y el arco opositor
Las batallas de Vidal, frentes adentro y afuera
Pueden cambiar las formas o los colores, pero los objetivos políticos son
 invariables. El hoy siempre es pensando en mañana. Y el mañana siempre
 es la elección próxima. El PRO se maquilla como el cambio, pero tampoco
 escapa a esa lógica.

Con la gestión en pañales, el macrismo sabe que 2017 será trascendental 

para su futuro. A María Eugenia Vidal la desvela poner en marcha la admi
nistración bonaerense y evita cualquier definición electoralista, pero no se
 distrae de ese tema. Resolver cuestiones internas, redefinir acciones de 
gobierno y revisar acuerdos forman parte de un combo que hasta podría 
llevar a modificaciones en el gabinete. La Gobernadora tiene varios frentes
 que atender, internos y externos.

El ministro de Gobierno, Federico Salvai, cuenta con su mayor confianza

 para el armado político; pero no estará solo, y en cercanías de la mandata
ria temen que demasiadas manos hagan mucho garabato. Cada uno de los aspirantes a senador en 2017 quiere pisar fuerte en la Provincia por motu 
propio.


Uno es Jorge Macri, quien para el vidalismo aparece hoy como el primero 

en la grilla, pese a que por antecedentes no les merece toda la confianza.
 El propio Mauricio Macri, a través del jefe de Gabinete nacional, Marcos 
Peña, le marca constantemente la cancha. El primo del Presidente aspira 
a convertirse también en “el armador”. En el sueño de Jorge, más que
 2017 está Gobernador 2019.

Emilio Monzó, el dirigente amarillo más enemistado con Vidal, intenta re

componer relaciones. “Nosotros vamos por Vidal Gobernadora hasta 2023
”, torean en el monzonismo, para tabicar a Jorge y a otros. Por lo pronto,
 el espacio del presidente de la Cámara de Diputados de la Nación consi
guió la venia de Mauricio Macri para seguir con la construcción política en
 territorio bonaerense.

Claro que nada es gratis ni inocente. El hombre de Carlos Tejedor también 

relojea el sillón de Dardo Rocha. Más próximo, el monzonismo exige que se
 abra el gabinete también para ellos. Hasta ahora han sido marginados.

La presión por más espacios en el equipo de Gobierno tiene en pie de gue

rra a los radicales. La respuesta suele ser un tanto dura. Parece que en el 
PRO no están conformes con el boina blanca Jorge Elustondo en Produc
ción, y que le abran más espacios parece difícil. Insistirán los radicales por
 lograr algún día el Ministerio de Salud, donde nunca se acallan los rumo
res sobre la posible salida de Zulma Ortiz.

Los problemas en el Ministerio de Seguridad amenazan con ser la espada

 de Damocles de esta gestión. De todos modos, Cristian Ritondo es uno de
 los protegidos de Vidal, en una relación que trocó de un posible choque 
(cuando ella era vicejefa y él vicepresidente de la Legislatura porteña) en
 un sociedad política que ha perdurado. Pero el ministro recibe dardos des
de adentro cotidianamente. Quizá el primer fusible sea el designado jefe 
de la Policía, Pablo Bressi.

El divorcio de Vidal dejó huérfanos al secretario general de la Goberna

ción, Fabián Perechodnic, y al diputado Manuel Mosca. El legislador y vi
cepresidente de la Cámara Baja es uno de los que más se mueven políti
camente, con constantes recorridas por el interior, y comenzó a jugar en
 tándem con Federico Salvai.

La relación con los intendentes tiene varias terminales en el gobierno pro

vincial. Una es el ministro de Infraestructura, Edgardo Cenzón. “Aunque 
algunos crean que no hace política, es de los ministros que más política 
desarrollan en el gabinete”, reconocen en un sector del PRO. Cenzón re
porta directamente a Mauricio Macri, y si necesita algo no usa intermedia
rios para hablar con el Presidente.

También Hernán Lacunza, en su carácter de ministro de Economía, tiene 

un fluido trato con los jefes comunales. Pero hay celo en otras áreas del 
gabinete, donde suelen decir que es un técnico cuya misión por cuidar 
los números a veces puede afectar las relaciones políticas.

Marcelo Gigante, el ministro de Coordinación y Control de Gestión, tiene

 su terminal política en el intendente de Lanús, Néstor Grindetti, uno de
 los jefes comunales más cercanos a la Gobernadora, ahora complicado
 en lo que se conoce como “el escándalo de los papeles de Panamá”.

El secretario de Comunicación, Federico Suárez, es el oído y la voz de 

Marcos Peña en la Provincia; al punto de que Suárez suele hacer los lu
nes a la mañana, antes de arrancar la actividad semanal, una reunión en
 las oficinas de la Jefatura de Gabinete de Nación, casi siempre con Pe
ña como partícipe. Entre el funcionario nacional y Vidal hay una enmas
n encuentros privados sin que abunden los elogios; más bien todo lo 
contrario.

Una de las misiones de Peña es proteger a Macri de todo y de todos; y

 eso incluye cuidar que su imagen pública no sea superada por nadie 
dentro del PRO. Cuando las encuestas emparejan la buena imagen de 
Vidal con la de Macri, el primer preocupado es el ministro. En ese mare
mágnum, la Gobernadora debe dar diferentes batallas, hacia dentro y 
hacia fuera.


Capítulo 1

María Eugenia Vidal atravesaba un gran momento en la consideración pú

blica porteña desde la vicejefatura de Gobierno, y comenzaba a hacer som
bra sobre Horacio Rodríguez Larreta y Gabriela Michetti, aspirantes a la su
cesión de Mauricio Macri en Capital. Emilio Monzó propuso jugar a Vidal en
 la Provincia tras la negativa de Michetti a ser candidata a Gobernadora. 
Era un ensayo que el propio Larreta se apuró en potenciar, en tanto apre
ciaba en Vidal el principal escollo para llegar a la meta que finalmente con
siguió. Bajar a la Provincia le significó a la actual mandataria cambiar una concepción de tinte doméstico. “Mi marido hace política en un distrito y yo
 en otro, por eso nunca vamos a chocar”, decía Vidal sobre su ex esposo, 
Ramiro Tragliaferro, en referencia a que él se movía en Provincia y ella en 
Capital. Pero la vicejefa de Gobierno no era la única en carrera en el PRO
 para suceder a Daniel Scioli. Jorge Macri había expresado hace tiempo sus
 deseos (que nunca abandonó) de ser Gobernador, y estalló ante la nove
dad urdida en las oficinas más próximas a Mauricio Macri, lejos de Vicente
 López, donde “el primo” avanzaba sobre un armado provincial.

Capítulo 2

Los celos entre los dos potenciales candidatos afloraron rápido. Se recuer

da una anécdota de aquellos días que sirve como ejemplo. Monzó, en tanto encargado del armado bonaerense, mandó a hacer un afiche de Alex Camp
bell (postulante a la intendencia de San Fernando) junto a la imagen de Vi
dal. Jorge Macri llamó enardecido, con el argumento de que Campbell juga
ba con él. Minutos más tarde llegó al mismo teléfono el llamado de Camp
bell, que salía de la intendencia de Vicente López. Resultado: hubo que ha
cer de vuelta el ploteo. Con el tiempo, Jorge vio cómo toda la estructura del
 PRO se volcaba con la dama. Las encuestas no le daban bien para la su
puesta interna y, en una reunión de la mesa del PRO, Monzó convenció a 
Mauricio de bajar a su primo. Jorge se distanció del por entonces ministro 
de Gobierno porteño y se puso a disposición de Vidal. Esta, en tanto, le pe
día a Mauricio Macri no sólo ser candidata, sino manejar la política provin
cial. “Sobre mi cadáver”, le respondió Monzó al ahora Presidente. Se armó
 entonces una mesa: Federico Salvai, Ramiro Tagliaferro y Néstor Grindetti
, por el lado de ella; y Sebastián García Deluca, Manuel Mosca (por enton
ces en el monzonismo), Marcelo Daletto y Guillermo Bardón, del ala de 
Monzó.

Capítulo 3

En la soledad de la candidatura, el comité de campaña parecía tener el 

camino allanado. Sin embargo, una bajada a La Plata generó una rápida
 ruptura por la participación que Julio Garro había adquirido por encima
 de otros candidatos. Grindetti y Tagliaferro dejaron la mesa, y quedó só
lo Salvai del equipo directo de Vidal. Manuel Mosca comenzaba a jugar
 más con ella que con Monzó. Se redistribuyeron las responsabilidades
 y se sumó a Esteban Bullrich, una especie de autodidacta en el PRO. 
Mientras se cerraba el acuerdo con el radicalismo, la interna en el macris
mo bonaerense estallaba. El mismo día del cierre de listas en Santa Fe, 
en febrero, Jorge Macri envió un mail a la mesa chica proponiéndose co
mo el armador bonaerense. Quiebre definitivo en la relación entre él y 
Monzó. Luego, a falta de un mes para el cierre de listas, Jaime Durán Bar
ba propuso al primo como el jefe de campaña en la Provincia. “Para mí 
sería un honor”, dijo Vidal. El 2-1 dejaba a Monzó afuera. Pero la embes
tida no llegó a quebrar el poder de la lapicera, y el actual titular de Dipu
tados de la Nación pudo poner a los suyos y cerrar las listas, por orden
 de Mauricio Macri.

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