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miércoles, 13 de julio de 2016

Inseguridad en la Provincia: la Bonaerense, las policías locales y los vicios eternos

¿La conducción política no puede controlar a la fuerza? Qué hay 
detrás de una situación que para la oposición y muchos oficialis
tas se ha desmadrado. La competencia por los negocios y el ma
lestar de los efectivos que se sienten presionados por una doble
 vía
Inseguridad en la Provincia: la Bonaerense, las policías locales y los vicios eternos
Inseguridad en ascenso, hechos de corrupción que salen a la luz sin 
mostrar un cambio de paradigma, mensajes con tintes mafiosos y ame
nazas a denunciantes provocan una ascendente sensación de desgo
bierno que envuelve a la Policía Bonaerense y pone en jaque a su con
ducción, tanto policial como civil.

En un doble y confuso juego, por un lado aparece el enfrentamiento con 

un gobierno que prometió limpieza, exige declaraciones juradas y ha sa
cado a relucir hechos de corrupción. Por otro lado, en lo más oscuro de
 la relación, la propia Policía acusa que se le exige una “mayor recauda
ción” para las cajas negras, sobre cuya terminal se abre una nebulosa: 
¿Los jefes de la Policía o el poder político? Por ahora, el ministro Cris
tian Ritondo prefiere llamarse a silencio.

“El problema siempre es la economía”; triste ironía de un ex funcionario

 de Seguridad para comenzar a explicar que “hay un desmadre absoluto,
 con problemas entre la Bonaerense y las policías locales, que se pisan
 los negocios entre ellas”.
La denuncia de Elisa Carrió a Pablo Bressi, el jefe de la Policía Bonae

rense, tiene algunos errores, como, por ejemplo, su presencia en la De
partamental Morón. Sin embargo, en el fondo de la cuestión los caño
nes de “Lilita” van dirigidos más allá de la figura de Bressi y apuntan a
 la mafia policial.

La Tecla consultó a políticos, ex miembros de la fuerza y policías en ac

tividad. Ninguno pudo negar la existencia de esas cajas negras. Un efec
tivo de alto rango de la zona sur fue más allá. “Se exigió que la recauda
ción aumente; es difícil hacerlo cuando a la vez te mandan más audito
rías y envían a Asuntos In-ternos hasta los puestos camineros, algo que
 nunca pasó antes”, se sinceró.

Según el uniformado, en una reunión que se habría producido en el mi

nisterio a principios de año, les dijeron a los altos jefes que “nada ha 
cambiado, lo único que ha cambiado es que se debe recaudar el 30 por
 ciento más”. Otras fuentes policiales consultadas por este medio ratifi
caron que se pide más “colaboración”.

En esa doble imposición parece centrarse el meollo del conflicto. “Des

de arriba les piden más, pero también los controlan más, y eso ha gene
rado un profundo malestar. Además, si el flujo para arriba crece, queda
 menos en las comisarías y los de abajo no ligan nada; por eso hay ma
lestar en la tropa”, aduce un ex funcionario que aún mantiene contac
tos con la fuerza.

Hay quienes desprenden a Bressi de esta situación y apuntan a su se

gundo, el coordinador Operativo de Seguridad, Rubén Fabián “Perro”
 Perroni, de enorme influencia sobre las segundas líneas.

La prostitución y el jue-go fueron los eternos negocios. En los últimos 

años se agregó una peligrosa relación en muchos lugares con la droga.
 ¿Y los secuestros?. “Por acción u omisión, en los secuestros siempre
 hay responsabilidad de la Policía”, asevera un hombre que vivió de cer
ca la “época donde los secuestros eran moneda corriente, con el desen
cadenante del asesinato de Axel Blumberg”.

Según datos del Ministerio de Seguridad de la Nación, “en los primeros

 seis meses de 2016 hubo menos secuestros que en igual período de 
2015, registrándose este año 129 secuestros denunciados”; la mayoría
 en el Gran Buenos Aires y en Capital Federal, donde se registró un au
mento, que se atribuye a bandas que operan en el Conurbano. Han cre
cido los asesinatos.

En círculos de la Bonaerense y del ámbito político reconocen que hay 

demasiado bajo fondo y que la fuerza se le va de las manos a la conduc
ción política. Los intendentes tampoco quedan exceptuados del proble
ma, porque el desorden también alcanza a la Policía Local.

“La nueva administración les sacó a los intendentes el control de la Po

licía, y les dicen a los jefes que no les pasen información a los responsa
bles lo-cales, sólo a la cúpula”, afirma un funcionario de un distrito del 
sur.

“Yo no quería la Comunal, pero la verdad es que es una solución, una Po

licía de proximidad que no está contaminada; pero hay que tenerla con
trolada”, de-fiende un intendente peronista de la zona norte. Su pronós
tico es que “a veces los policías dejan hacer (a los delincuentes) para de
mostrar que ellos son necesarios, y acrecentar la fuerza con la misma ló
gica que tiene ahora”.

Una de las cuestiones más discutidas cuando se instauraron las poli

cías locales fue si una vez puestas en funcionamiento no chocarían 
con la Bonaerense. Aquello tan temido es un hecho concreto hoy. “En
 muchos distritos, las locales son coordinadas por ex policías retira
dos, y se pisan una a la otra, van a tocar los mismos timbres”, coinci
den tres hombres que como civiles tienen contacto con la cartera con
ducida por Ritondo.

El agravante es que en esos casos, la Local tampoco funciona como

 control de la Bonaerense, ya que si quien controla a la Policía de los
 municipios es un retirado activo, sigue bajo el ámbito del ministerio 
y de Asuntos Internos. “Nadie se va a animar a denunciar a un alto je
fe en actividad”, apunta una de las fuentes consultadas.

La recaudación por los adicionales y las horas POLAD también es mo

tivo de guerra interna. La Policía Local no puede hacer adicionales si
 no es en edificios municipales, pero, por acuerdos entre jefes de una
 y otra fuerza, efectivos de la Comunal suelen estar en lugares públi
cos o privados no municipales. Ese dinero se deposita en las comisa
rías y no en el ministerio.

Tampoco los adicionales deben hacerse durante las horas de servicio.

 Sin embargo, a veces los comisarios mandan efectivos de turno a cu
brir oficinas públicas. Todo eso desprotege la calle, a la vez que suma
 a las arcas.

El reproche a la falta de manejo político es que “la cana se dio cuenta

 que son fáciles; no hay mando político, y Ritondo está condicionado 
por la propia fuerza”. Lo curioso es que la crítica emerge tanto de la 
oposición como desde adentro de Cambiemos.

“Las purgas no son la solución; la solución la debe tomar la conduc

ción política en plenitud, sin detenerse a analizar qué piensa al respec
to la estructura policial”, sentencia Walter Martello, quien siempre man
tuvo una lupa sobre el accionar de la Bonaerense.

Como si esto fuera poco, han recrudecido viejos enfrentamientos en

tre la Policía de la provincia de Buenos Aires y la Policía Federal. “El 
problema, siempre, es la economía”, repite el ex funcionario, tras un
 largo café en el centro de La Plata. Por la vereda, a paso lento, un uni
formado de azul claro mira de reojo el interior del bar.

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