Esta semana, el Gobierno Nacional enfrentará tres escenarios econó
micos de alto impacto. En un artículo publicado por el Diario Clarín
se analizan estos panoramas, teniendo en cuenta que, uno puede ser
positivo, otro posiblemente negativo y el tercero luce pleno de inte
rrogantes.
Escenario 1: mañana se pone en marcha el sistema de subasta de los
dólares que tiene acumulados el Tesoro. Serán ventas de 60 millones
de dólares por día en un proceso que se estirará hasta bien entrado
noviembre, es decir cuando los argentinos deban acudir, eventual
mente, otra vez a las urnas para definir, en balotaje, quién ocupará
la Casa Rosada desde el 10 de diciembre.
Escenario 2: el martes se conocerá la inflación de marzo. A las 16
de ese día, el INDEC difundirá un número que, por ahora, despierta
más temores que entusiasmo, en el Gobierno y desde ya en el sec
tor empresario y la sociedad. Si el IPC da 4% o más se pondrá en
cuestión la efectividad del plan de congelamiento de la base mone
taria que se acordó con el Fondo Monetario y que rige desde octu
bre de 2018.
Escenario 3. El miércoles, el Gobierno anunciará formalmente un
paquete de medidas que buscan atenuar la suba de precios de los
productos básicos e incentivar el consumo, en un intento por me
jorar los ingresos reales de los asalariados, sobre todo de los sec
tores más rezagados.
Los anuncios viene precedidos por una semana positiva para el
Gobierno en al menos una variable decisiva: el precio del dólar. En
las cinco ruedas el dólar mostró, al cierre, un precio más bajo que
el día anterior. Y anotó un retroceso del 4%.
En el tema cambiario, ocurrió lo que el Gobierno estaba esperando:
que aparecieran los dólares del campo, con liquidaciones que alcan
zaron un pico de 150 millones en un solo día, el viernes.
Los funcionarios saben que sin un frente cambiario más o menos
calmo el impacto de cualquier anuncio es efímero. Es verdad que
entre octubre del año pasado y el viernes pasado, el precio del dólar
-medido punta a punta- subió apenas 2%. Claro, en el medio hubo
mucha volatilidad y, sobre todo, tasas de interés que aún hoy se
mantienen arriba del 65%. Y además, se acumuló una inflación
cercana al 20 por ciento.
Con la llegada de los agrodólares, bajó la ansiedad generalizada
que se había instalado en los mercados a la espera del arranque de
las subastas de dólares. No hay que olvidar que dos semanas
atrás los funcionarios tachaban los días para que llegara este mo
mento, en medio de una creciente incertidumbre financiera. Ahora
el dólar apunta para abajo -al menos mientras no ocurra nada raro
en el mundo- pero la venta diaria de 60 millones podría ayudar a
atenuar el impacto de un mal dato de la inflación de marzo, y segu
ramente de abril. Y también como un ancla que contrapese los
aumentos de precios.
Sobre la inflación, lo dicho: las mediciones privadas se arriman al
4% (algunas lo fijan un par de décimas debajo de ese número, otras
un par por encima) y será una noticia de dificil digestión, que trans
formará al Gobierno en un blanco móvil para los dardos de la oposi
ción. El número será malo, como el efecto arrastre que deje para
abril. Es una cifra que aleja la posibilidad de que el Banco Central
baje la tasa de política monetaria.
De modo que la energía del Gobierno estará puesta en lo que pueda
anunciar el miércoles, que buscan efecto a dos puntas: enfriar la
inflación y estimular el consumo.
Por lo que trascendió hasta ahora, lo más fuerte pasaría por consen
suar -no se trataría de un esquema compulsivo- un acuerdo para
mantener a raya durante los próximos seis meses los precios de
una canasta de entre 40 y 60 productos básicos de consumo mas
ivo. Nadie se anima a mencionar las palabras “control de precios”
ni “congelamiento”, pero se buscará la forma de comprometer a
los productores y grandes puntos de venta al público para que di
chos precios no se muevan, o lo hagan lo menos posible.
El acuerdo regiría para todo el país y se buscará que las áreas de
defensa de la competencia (tanto de Nación como de las provincias)
se involucren de lleno en el seguimiento del acuerdo. También se
pedirá la colaboración de las más representativas asociaciones de
defensa de los consumidores.
Además, se habla de aplanar las tarifas de servicios públicos, o de
que los consumos de gas natural, se puedan pagar en cuotas.
Otro punto fuerte de los anuncios pasará por los créditos para jubi
lados, pensionados y beneficiarios de planes sociales que vino pre
parando en estas semanas la ANSeS. Serán similares a los que se
ofrecieron y colocaron en forma masiva en la segunda mitad de 2017
, justo antes de las elecciones de medio término de ese año. Como
siempre, la plata saldrá del Fondo de Garantía de Sustentabilidad
(FGS). Los montos máximos a pedir irán en función de lo que cobre
cada jubilado o beneficiario. Pero se habla de un monto máximo de
160.000 pesos, a plazos de hasta 48 meses y una tasa de interés
cercana al 50%.
Semanas atrás el Gobierno anticipó el aumento de 46% previsto
para todo el año para los beneficiarios de AUH. Fue una decisión
necesaria para que los titulares de estos planes pudieran pedir
más plata en los renovados créditos Anses.
La estrategia detrás de estos créditos es clara: poner plata -aun
que sea prestada- en el bolsillo de individuos que destinan todos
sus ingresos al consumo.
De fondo, la intención del Gobierno es remontar un panorama
electoral que luce cada vez más complicado para el oficialismo.
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