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domingo, 20 de noviembre de 2011

Subsidios: Hacia el cambio de un modelo que dio sus frutos

 
El sistema aplicado hasta ahora benefició a la producción y defendió el consumo popular. Las claves de lo que viene.
La consigna de la actual política económica de todos por igual, se sincera por la que más necesitan. La quita progresiva de subsidios a los servicios de agua, electricidad y gas anunciada por el Gobierno el miércoles pasado apunta a la equidad social. La aplicación del sistema años atrás respondía a la crisis por la que atravesaba la Argentina, mientras que hoy el cantar es otro. La medida dada a conocer por los ministros de Planificación y de Economía, Julio de Vido y Amado Boudou, se suma a la eliminación de subsidios concretada durante los primeros días del mes a bancos, financieras, compañías de seguros, casas de juegos de azar, puertos fluviales, aeropuertos, telefonía móvil y empresas de hidrocarburos y minería. Esta vez la eliminación llegó a más empresas y a los barrios de Puerto Madero y Parque, en la Capital Federal, que representa un total de $ 4.000 millones anuales al fisco. Esta política apunta a dar más competitividad de la economía en su conjunto y a evitar la inflación a través de un aumento de tarifas en los servicios públicos. Así lo remarcó el ministro Boudou: “No habrá ningún impacto en el precio de los bienes y servicios que estas empresas producen”.
Por el lado del sector privado, la quita se desdobla entre los siguientes sectores de la industria a partir de diciembre: refinamiento de combustibles ($472 millones), procesamiento de gas natural ($ 1493 millones), biocombustibles y aceites de exportación ($ 745 millones), y agroquímicos ($ 758 millones). Para Enrique Dentice, economista de la Universidad Nacional de San Martín, en este grupo hay “cuatro o cinco compañías que son las mismas que han ganado y enviado alrededor de US$19.000 millones de dólares por año a sus casas matrices entre el 2007 a la actualidad, y son las mismas que han tomado créditos por parte de la Anses para producir y donde el excedente también era mandado a Europa”. Si la visión y los números que muestra este economista son ciertos, quedaría claro que algunas subvenciones recaían sobre un selecto grupo de grandes empresas, en su mayoría extranjeras. Cada una de estas 40 empresas recibió en promedio $ 85 millones anuales por subsidios.
Al respecto y con datos aportados por Eges (Consultora Integral de Gestión Pública), en los seis primeros meses de 2011, el sector energético recibió alrededor de $ 19.000 millones, mientras que para transporte la suma fue de $ 9.500 millones. En estos dos sectores los subsidios han crecido fuertemente respecto al año 2010. Además, entre enero y junio pasado, los subsidios se orientaron fundamentalmente (60%) al sector energético (Cammesa y Enarsa) para garantizar el suministro de energía eléctrica y solventar la importación de gas. Otro sector con elevados subsidios es el transporte (a fin de mantener las tarifas de los trenes, colectivos y subtes), que representa el 29% del total.
Los números detrás de esta historia muestran que las transferencias de fondos a sectores económicos “se multiplicaron por diez entre 2005 y 2010 y orillarían los $75.000 millones en 2011 (4% del PIB)”, según afirmó Marina Dal Poggetto, directora del Estudio Bein y Asociados. Esto significa nada menos que una cuarta parte del aumento del gasto de la Nación registrado en estos años en relación al PIB. Para entenderlo de otro modo: el costo equivale a seis veces el destinado a financiar la Asignación Universal por Hijo, ni más ni menos. Otro dato: la quita no fue sobre las Pymes. Si bien, el gobierno entiende que son las de menor capacidad contributiva, por el contrario son las más dinámicas en la creación de empleo formal del país.
En cuanto a la quita de subsidios para el sector domiciliario, que entrará en vigencia desde el 1 de enero próximo, suma 500 millones de pesos. De Vido puso el foco en los usuarios que habitualmente hacen hincapié en la necesidad de segmentar los subsidios y sugirió que, “voluntariamente”, renuncien a ese beneficio y se hagan cargo del pago del fluido “con su propio bolsillo”. Los usuarios de la Ciudad de Buenos Aires recibirán, junto con la factura de luz, gas y agua, una planilla para que informen si realmente necesitan el subsidio o no, y luego se cotejara con la base de datos de Afip y Anses, para analizar la veracidad de la declaración. Además, se pondrá en marcha un registro único de usuarios a través de una página web para simplificar el trámite de renuncia al subsidio, “lo que será una muestra de altruismo y solidaridad que nos viene bien como sociedad”, agregó el ministro
Otra discusión es si la quita tendrá incidencia o no el consumo, uno de los pilares del actual modelo. Desde ya que para la gente de mayor poder adquisitivo la quita de subsidios no significará demasiado en términos de números, pese a que un primer análisis de las empresas sostiene que los servicios aumentarían un 300% en promedio. Por lo cual habrá que ver que pasa con la clase media, que quizás entenderá que habrá que hacer un uso racional de los recursos.
Hay que recordar también que el salario promedio aumentó 88% en los últimos tres años. En ese sentido, Dal Poggetto hace hincapié en que la suba en los sueldos en los últimos tiempos fue de “18% en dólares con lo cual el gasto a futuro dependerá del ahorro de cada persona”. Según los analistas consultados, hoy la tarifa representa el 1% de un sueldo promedio. El economista de la Universidad Nacional de Rosario, Julio Gambina, reconoció que esta “batería de medidas no son inocuas, y por el contrario, suponen beneficiarios y perjudicados”. En definitiva, el anuncio del Gobierno de comenzar recortando los subsidios energéticos puede ser visto como un impacto ínfimo en términos inflacionarios, pero potencialmente relevante para las arcas del Estado.

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