Después de que la ministra Nilda Garré decidiera pasar a disponibilidad al vocero Raúl Maza, los gendarmes que reclaman una mejora salarial en el edificio Centinela señalaron que “si llegan a echar a otros camaradas el clima se va a complicar”. “No podemos creer que no nos podamos expresar en democracia”, dijeron. El temor a los infiltrados y el rechazo al mote de “golpistas”.
“No creemos que metan la mano en el avispero, pero si tocan a otros, se va a complicar porque no nos vamos a ir”, es la amenaza que, por lo bajo, los gendarmes le dedican al Gobierno.
Es que luego de que la ministra de Seguridad, Nilda Garré, decidiera pasar a disponibilidad a al vocero de los gendarmes que reclaman mejoras salariales, Raúl Maza, los efectivos continúan en la puerta del Edificio Centinela y advierten que endurecerán las medidas si hay más “represalias”.
Esta mañana, Maza y otros dos gendarmes (Saúl Quispe y Maximiliano Mecenazco) fueron notificados de su pase a disponibilidad por parte de Seguridad. La notificación fue firmada por el director de Bienestar y Sanidad de Gendarmería, comandante mayor Gerardo Otero, y es el paso previo para una posible baja, si es que la investigación que se abre de acá en más así lo determina.
En diálogo con LPO, el propio Maza señaló que la notificación “no hace referencia” al recamo en sí y su rol como vocero aunque aclaró que todavía no se reunió con sus abogados “para desglosar la totalidad de los ítems”.
“Uno de de los camaradas tiene una situación familiar muy particular y me parece arbitrario todo lo que están haciendo. Vivimos en democracia y no puedo creer que se esté reprimiendo de esta manera, estas son estrategias para desgastarnos. He recibido mensajes de todo el país en donde nos dicen que sigamos adelante y vamos a seguir hasta el final”, le dijo a este medio.
Además, Maza aprovechó para responderle a los sectores del oficialismo que en los últimos días vincularon la protestas con un intento de “desestabilización” hacia la presidenta Cristina Kirchner y a la propia jueza de la Corte Suprema Elena Highton de Nolasco que remarcó que “hay que tener cuidado” con el reclamo.
“No se que actitud quieren que tomemos, Hemos agotado todas las instancias, inclusive legales y nunca hemos tenido respuesta como correspondía”, replicó Maza.
Por la tarde, los gendarmes tenían claro que hasta el martes no habrá ningún tipo de avance en la negociación ya que el propio secretario de Seguridad, Sergio Berni, pidió plazo a este ese día para estudiar el pedido de 7 mil pesos de bolsillo para los escalafones más bajos, incorporación a una ART y la garantía de que no habrá represalias, entre otros puntos.
“No se animan a tocar a otros”
En ese contexto, según pudo comprobar LPO, la medida caló hondo entre los efectivos que continúan con la protesta en el Centinela. Pidiendo anonimato un gendarme graficó: “Sabíamos que esto podía pasar porque tenemos una conducción lógicamente verticalista. Pero no creo que se animen a echar a 500 o 50. Ni siquiera a 15, no creo que se animen a meter la mano en el avispero”.
“¿Y que pasaría si se da ese escenario?”, preguntó el cronista de este medio. “Ahí se complicaría porque no nos vamos a mover hasta que los reincorporen”, advirtió el efectivo.
Sobre las acusaciones de cierto plan desestabilizador detrás de la protesta, otro gendarme dejó en claro su posición: “Soy hijo de la democracia y lo que quiero es expresarme libremente, no somos golpistas”.
Una señora, que se identificó como “esposa de un suboficial con 40 años de servicio” pero que no quiso dar su nombre sí se animó a criticar al Gobierno. “Yo se lo que es la vida de un gendarme y sé cómo los alimentan en Campo de Mayo. Como el Indec dice que se puede comer con 6 pesos deben tomar un litro de leche por día, nada más”.
El temor a los “infiltrados”
En su quinto día de protesta, si algo preocupa a los gendarmes es que la protesta se mantenga “dentro de los carriles normales”, según dijeron. Por caso, apenas arribado al lugar, al cronista de LPO le fue exigida su credencial como condición para quedarse en el lugar. Lo mismo sucedió antes de conversar con Maza, con el agregado de un pequeño interrogatorio sobre sus referencias profesionales.
“Hubo muchos infiltrados en estos días. Se nos quieren meter de todos los partidos y tenemos que tomar nuestras medidas”, contaron. Otros efectivos también admitieron que los recaudos son por el temor a que el Gobierno esté haciendo inteligencia.
De todas maneras, el clima en Retiro parecía distendido en horas de la tarde. Rodeados de esposas, hijos y demás familiares, los gendarmes se distendían leyendo los diarios, algunas revistas y, sobre todo, tomando mate. El murmullo constante sólo se interrumpía cada vez que una camioneta de la Prefectura pasaba por el lugar y saludaba a bocinazo limpio.
Eso sí, todos aplaudieron cuando un grupo de gendarmes llegó con un cargamento de yerba. “Playadito”, pedían los más exigentes aunque la mayoría se conformaba con cualquier otra marca.
Es que luego de que la ministra de Seguridad, Nilda Garré, decidiera pasar a disponibilidad a al vocero de los gendarmes que reclaman mejoras salariales, Raúl Maza, los efectivos continúan en la puerta del Edificio Centinela y advierten que endurecerán las medidas si hay más “represalias”.
Esta mañana, Maza y otros dos gendarmes (Saúl Quispe y Maximiliano Mecenazco) fueron notificados de su pase a disponibilidad por parte de Seguridad. La notificación fue firmada por el director de Bienestar y Sanidad de Gendarmería, comandante mayor Gerardo Otero, y es el paso previo para una posible baja, si es que la investigación que se abre de acá en más así lo determina.
En diálogo con LPO, el propio Maza señaló que la notificación “no hace referencia” al recamo en sí y su rol como vocero aunque aclaró que todavía no se reunió con sus abogados “para desglosar la totalidad de los ítems”.
“Uno de de los camaradas tiene una situación familiar muy particular y me parece arbitrario todo lo que están haciendo. Vivimos en democracia y no puedo creer que se esté reprimiendo de esta manera, estas son estrategias para desgastarnos. He recibido mensajes de todo el país en donde nos dicen que sigamos adelante y vamos a seguir hasta el final”, le dijo a este medio.
Además, Maza aprovechó para responderle a los sectores del oficialismo que en los últimos días vincularon la protestas con un intento de “desestabilización” hacia la presidenta Cristina Kirchner y a la propia jueza de la Corte Suprema Elena Highton de Nolasco que remarcó que “hay que tener cuidado” con el reclamo.
“No se que actitud quieren que tomemos, Hemos agotado todas las instancias, inclusive legales y nunca hemos tenido respuesta como correspondía”, replicó Maza.
Por la tarde, los gendarmes tenían claro que hasta el martes no habrá ningún tipo de avance en la negociación ya que el propio secretario de Seguridad, Sergio Berni, pidió plazo a este ese día para estudiar el pedido de 7 mil pesos de bolsillo para los escalafones más bajos, incorporación a una ART y la garantía de que no habrá represalias, entre otros puntos.
“No se animan a tocar a otros”
En ese contexto, según pudo comprobar LPO, la medida caló hondo entre los efectivos que continúan con la protesta en el Centinela. Pidiendo anonimato un gendarme graficó: “Sabíamos que esto podía pasar porque tenemos una conducción lógicamente verticalista. Pero no creo que se animen a echar a 500 o 50. Ni siquiera a 15, no creo que se animen a meter la mano en el avispero”.
“¿Y que pasaría si se da ese escenario?”, preguntó el cronista de este medio. “Ahí se complicaría porque no nos vamos a mover hasta que los reincorporen”, advirtió el efectivo.
Sobre las acusaciones de cierto plan desestabilizador detrás de la protesta, otro gendarme dejó en claro su posición: “Soy hijo de la democracia y lo que quiero es expresarme libremente, no somos golpistas”.
Una señora, que se identificó como “esposa de un suboficial con 40 años de servicio” pero que no quiso dar su nombre sí se animó a criticar al Gobierno. “Yo se lo que es la vida de un gendarme y sé cómo los alimentan en Campo de Mayo. Como el Indec dice que se puede comer con 6 pesos deben tomar un litro de leche por día, nada más”.
El temor a los “infiltrados”
En su quinto día de protesta, si algo preocupa a los gendarmes es que la protesta se mantenga “dentro de los carriles normales”, según dijeron. Por caso, apenas arribado al lugar, al cronista de LPO le fue exigida su credencial como condición para quedarse en el lugar. Lo mismo sucedió antes de conversar con Maza, con el agregado de un pequeño interrogatorio sobre sus referencias profesionales.
“Hubo muchos infiltrados en estos días. Se nos quieren meter de todos los partidos y tenemos que tomar nuestras medidas”, contaron. Otros efectivos también admitieron que los recaudos son por el temor a que el Gobierno esté haciendo inteligencia.
De todas maneras, el clima en Retiro parecía distendido en horas de la tarde. Rodeados de esposas, hijos y demás familiares, los gendarmes se distendían leyendo los diarios, algunas revistas y, sobre todo, tomando mate. El murmullo constante sólo se interrumpía cada vez que una camioneta de la Prefectura pasaba por el lugar y saludaba a bocinazo limpio.
Eso sí, todos aplaudieron cuando un grupo de gendarmes llegó con un cargamento de yerba. “Playadito”, pedían los más exigentes aunque la mayoría se conformaba con cualquier otra marca.
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