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miércoles, 1 de junio de 2016

Llegar a fin de mes
La estructura social argentina cambió sus objetivos a cumplir en 2016.
 Durante los últimos años del kirchnerismo, la gente se preocupaba po
r la inseguridad, asociada al narcotráfico, la economía, la inflación y la 
corrupción.
Llegar a fin de mes
*Por Mario Baudry

Con el cambio de gobierno, la preocupación de los argentinos mutó en

 cuanto a su situación anímica, y alteraron su nivel de prioridades. 
Cuando hoy se le pregunta a la gente qué es lo que más le preocupa
, la respuesta es clara y contundente: no perder el trabajo, o que algún
 familiar o ser querido no lo pierda.

En el segundo orden de prioridades está la frase tan temida “No llego

 a fin de mes…”; y la aclaración es desalentadora: “No sé cómo hacer,
 todo aumentó, y si pago los servicios no comemos…”. El tema es ana
lizar por qué llegamos a esta situación, en donde un país rico en recur
sos naturales como Argentina pasó a no poder darle de comer a su 
gente.

Desde el año 2014, las percepciones sociales comenzaron a cambiar. 

El mayor problema era la inseguridad; le seguían la economía y la in
flación. La gente sabía que se llegaba al fin del kirchnerismo, que las 
cosas no estaban bien, y que ese modelo de país estaba agotado.

La gente quería un cambio, pero no quería perder las cuestiones 

esenciales que le hacían tener una vida al menos más digna. Tenían
 trabajo, los comedores comunitarios se habían convertido en cen
tros culturales, durante muchos años pudieron darse el lujo de salir
 de vacaciones en familia, los electrodomésticos dejaron de ser pri
vativos, las discusiones sociales eran otras; todos querían un cam
bio, pero sobre la base de una vida que ya tenían.

El cambio de gobierno generó muchas expectativas, un aire fresco 

vino a renovar las esperanzas; pero éstas se derrumbaron rápida
mente.

Con el aumento de las tarifas de los servicios básicos, la sociedad

 sintió un gran impacto al bolsillo. Desde el Gobierno lo niegan, y 
su mejor respuesta es: “La sociedad vivía en una mentira del kirch
nerismo, las tarifas de los servicios eran irreales, hay que sincerar
 la economía...”.

González Fraga realizó un sincericidio al decir: “…Le hicieron creer

 a un empleado medio que podía comprarse celulares e irse al exte
rior…”. Una frase muy poco feliz, pero que deja ver lo que piensa el
 Gobierno de la realidad social argentina.

Lo cierto es que la situación económica de la sociedad no cambió 

mucho en su conjunto. La gente, con el fin del kirchnerismo, ya ve
nía viendo que su economía doméstica se derrumbaba; el Gobier
no venía cerrando el país a vivir sólo con lo nuestro, y no encontra
ba solución a los problemas cotidianos de la gente, sólo llevar la 
economía al extremo de que la bomba le explotara al nuevo Go
bierno.

Hay que reconocer que fueron eficientes: la bomba le explotó a 

Cambiemos, que agravó la situación por las medidas tomadas en
 la macroeconómica de los servicios. El presidente Macri puso al
 frente de áreas delicadas a personas que sólo cumplen metas fis
cales, gente con mentalidad de empresas privadas, pero se olvidó
 de algo fundamental: la gente come.

Aumentaron las tarifas de luz y gas, el transporte y el combustible

; y no sólo para la gente común. Las tarifas aumentaron entre el 
400% y el 900%, pero los sueldos lo hicieron entre el 30% y el 35%. 
Las empresas vieron que sus costos fijos se dispararon por las
 nubes y sus ventas bajaron; sólo les queda una variable de ajus
te para sobrevivir: bajar los costos de los empleados, tener los 
mínimos necesarios para producir lo poco que venden.

En conclusión, la variable de ajuste es siempre el factor humano, 

ya que en Argentina, los costos laborales son uno de los más ca
ros del mundo. Al empresario, lo único que le resulta rentable hoy
 es importar los productos manufacturados y re-venderlos en el 
país; nadie en su sano juicio va a producir bienes a pérdida.

Lo llamativo de esto es que en el Gobierno, los funcionarios son 

personas que vienen de la actividad privada; de hecho, el Presi
dente es hijo de una de las familias industriales más tradiciona
les de la Argentina. Cualquier empresario novato sabe que si au
mentan las tarifas en la desproporción que se realizó, el sistema
 de ajuste va a ser el factor humano.

Hoy, conservar el trabajo volvió a ser una prioridad; llegar a fin

 de mes pasó a ser una utopía; la seguridad pasó a ser un proble
ma de tercer plano; los centros culturales pasaron a ser nueva
mente comedores comunitarios; y la gente dejó de pedir vacacio
nes y electrodomésticos, para volver a pedir comida. El hambre 
no tiene nombre, pero sí responsables.

*Director de Revista La Tecla

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