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lunes, 8 de agosto de 2011

Esta manera argentina de votar…

El triunfo de José Manuel de la Sota en la provincia de Córdoba, abre un nuevo interrogante sobre las distintas formas que adquiere el voto en la Argentina de acuerdo al distrito que se mire, habiendo un punto en común, en todas las elecciones de este año siempre ha ganado el oficialismo imperante. El sociólogo Manuel Mora y Araujo, devela con su pluma una de las incógnitas políticas de la Argentina moderna
 
* Por Manuel Mora y Araujo
Si el análisis del proceso electoral fuera un tango, uno de sus estribillos hablaría de “esta manera argentina de votar”. Es una manera despojada de ideologismos, con perspectiva cortoplacista, muy referida a asuntos muy puntuales y concretos. Si en vez del voto el tema del tango fuese el amor, hablaría de la deslealtad, la falta de compromiso, la poca confiabilidad del vínculo. En síntesis, ningún candidato sabe hoy con cuantos votos realmente cuenta. Faltando casi tres meses para la elección presidencial -que en la Argentina de hoy parece una eternidad- todo es posible.
Este domingo 10 de agosto se votó en Córdoba para elegir gobernador de la provincia. Hasta donde se sabe al momento de escribir estas líneas, el ganador es el ex gobernador José Manuel de la Sota -los recuentos de votos en Córdoba suelen tomar bastante tiempo, a veces hasta días-. De la Sota no es un peronista allegado al gobierno de la presidenta Cristina de Kirchner, pero tampoco se animó a definirse como totalmente independiente de ella. Por lo tanto, el gobierno argentino dirá que a la presidenta le fue bastante bien en Córdoba y los opositores al gobierno dirán que le fue mal, muy mal. De todos modos, hasta donde sabemos, el voto en Córdoba estuvo bastante repartido entre tres candidatos, dos manifiestamente hostiles a la presidenta y uno -De la Sota- no tan hostil pero tampoco tan afín.
Córdoba sigue la tendencia de las provincias donde se votó hasta ahora durante este año. Fueron todas provincias donde el gobierno nacional tiende a estar más débil, y en general no le ha ido bien con sus candidatos locales. Eso lleva a la conjetura de que esa tendencia al voto provincial contrario a los candidatos kirchneristas podría cambiar en los demás distritos, en los cuales la elección local coincidirá con la elección nacional en octubre próximo. Lo curioso es que el electorado argentino se muestra tan volátil que ni el gobierno nacional ni sus opositores están seguros de cómo deben interpretar estos resultados. Porque todas las encuestas serias conocidas están anticipando al mismo tiempo un triunfo bastante holgado de Cristina.
El próximo domingo 14 se votará en todo el país con el novedoso sistema de primarias abiertas y obligatorias. En muchos distritos, en esa instancia se dirimen candidaturas legislativas y locales dentro de cada fuerza política. Pero en el plano de la elección presidencial de octubre nada está realmente en juego, ya que en ningún caso habrá competencia interna por las candidaturas presidenciales: en cada partido o alianza electoral se presenta un solo candidato a presidente. Aunque todas las fuerzas políticas -incluido el kirchnerismo- han alimentado la idea de que el número de votantes que elijan votar a la lista presidencial de cada partido estará dando una señal sobre la distribución del voto en octubre próximo, lo cierto es que la relación entre el voto en las primarias y el voto en octubre es nada más que una conjetura.

Muchos ciudadanos declaran en las encuestas de estos días que todavía no decidieron su voto; no pocos de ellos expresan que no sienten apuro para hacerlo, ya que nada los obliga a hacerlo antes del día de la votación. Muchos expresan explícitamente que su voto se divide: para la presidencia eligen a Cristina, localmente a algún otro/a. Pocos votarán en esa primaria abierta pensando que están contribuyendo a definir la primera vuelta de la elección presidencial. En todo caso, dividiendo el voto saben que aun cuando eventualmente elegirán a Cristina para un nuevo mandato presidencial, la dejarán más débil en el Congreso y en el espacio federal de los gobernadores.
Una conclusión es que el electorado está diciendo que no le gusta un gobierno con excesiva acumulación de poder. Quiere más bien un gobierno para todos que un gobierno que protege a algunos y se enfrenta a otros. Ahora bien, esa demanda del electorado no encuentra en oferta mensajes opositores suficientemente atractivos para neutralizar el predominio electoral del gobierno nacional. No hay puentes entre las tendencias en elecciones distritales y la elección nacional.
¿Por qué no han surgido candidatos fuertes en el plano nacional? ¿Por qué no hay propuestas capaces de despertar el entusiasmo del electorado y crear condiciones más competitivas en la carrera hacia la Casa Rosada? En esa pregunta posiblemente reside una de las claves para entender los problemas políticos de la Argentina actual, pero nadie conoce la respuesta. Un déficit mayúsculo de los candidatos presidenciales es que no logran entender qué buscan los ciudadanos argentinos cuando emiten sus votos. Eso los lleva a formular sus campañas con mensajes inocuos y a no ser capaces de despertar una llama sin la cual no es fácil ganar elecciones nacionales. A falta de mensajes interesantes, ahora convocan a los ciudadanos a participar en una primaria en la cual no se decidirá nada. Oferta demasiado pobre para motivar el voto a algún candidato presidencial.

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