La comparación de la gestión de dos presidentes de igual signo político y pensamiento dominado por resaltar las capacidades domésticas tropieza con la restricción que imponen diferentes puntos de partida: el primero nace desde un antecedente depresivo y el segundo, desde una actividad lanzada al crecimiento a tasas chinas
Crédito foto: Télam
Néstor Kirchner cargó en mayo de 2003 con la mochila de un largo proceso recesivo que se inició en la segunda mitad de 1998 y que derivó en una salida traumática de la convertibilidad con default, devaluación y pesificación asimétrica de los activos y pasivos en dólares.
Cristina Kirchner, por el contrario, comenzó con el privilegio de tomar una economía encaminada a pasar del ciclo de la reactivación al del crecimiento sustentable con inclusión social. Sin embargo, a mitad de camino irrumpió una crisis financiera internacional sin precedentes, a la que aún hoy los líderes de las grandes potencias no encuentran la salida, que amagó con provocar la caída del PBI en 2009, pese a las fortalezas de los logros alcanzados a partir de la bonanza de los precios de las materias primas, en particular de la soja.
Hechas esas salvedades, los números duros dieron cuenta de que mientras que en el primer período el PBI en dólares se elevó 103,5% y en pesos constantes creció a una tasa acumulativa anual de 8,8%, en el segundo, a la luz de las metas corregidas del Presupuesto nacional para 2011, se habrá expandido 65%, a un ritmo de 6,3% anual acumulativo.
En ambos casos, jugó un rol clave para potenciar la generación de riqueza medida en dólares la apreciación del peso, producto de que la inflación superó con creces la tasa de devaluación.
La participación en el PBI mundial se elevó en la primera etapa de 0,31% a 0,47% y en la siguiente ascendió a 0,57%, según datos del Centro de Economía Internacional de la Cancillería.
En el primer período, la suba de precios medida por el Indec fue 44% y 65% si se agrega el desvío que a partir de 2007 captaron las direcciones de estadística provinciales, en tanto que el tipo de cambio aumentó 9,3%. En el segundo tramo, el IPC oficial se atenuó a 37%, pero los cálculos provinciales y privados la aceleran a 106% y el ajuste cambiario hasta hoy es de 35%.
Ruptura de pilares fundamentales
Diferencias notables se verifican en los casos de los superávits gemelos, esto es, en los resultados de las finanzas públicas y del comercio exterior.
Mientras que el ciclo de Néstor se caracterizó por sostener año a año el ahorro del fisco en torno al equivalente a u$s3.000 millones, el de Cristina lo amplió a u$s4.600 M en 2008, pero desde entonces, por efecto de la crisis externa y, principalmente de la aceleración del ritmo del gasto, se fue licuando hasta tornarse en desahorro en 2010 y proyectar un rojo fiscal de u$s2.700 millones al cierre de 2011. Ese monto podría haberse ampliado a más de u$s8.800 M si no fuera por las transferencias de utilidades del Banco Central y asistencias financieras de la Anses.
En el frente comercial, ambos gobiernos se caracterizaron por una aceleración de las importaciones a un ritmo superior al de las importaciones. Pero en tanto que en el período 2003-2007 el excedente se ubicó en un rango de entre 15.000 y 11.000 millones de dólares por año, en los cuatro años posteriores ascendió hasta u$s16.888 M en 2009, pero se atenuó a u$s9.000 M en el corriente año, pese al alto precio de la soja y de los metales.
La participación de las exportaciones en la economía mundial se mantuvo en 0,41% en el período 2003 a 2007 y avanzó a 0,46% en la actualidad.
Otra diferencia apreciable se observa en el caso del mercado laboral, principalmente por el hecho de que en la era Néstor Kirchner se partió de una alta masa de desocupados y una economía con elevada capacidad ociosa que, a partir de políticas acertadas y cambio de las expectativas, permitieron generar 2,9 millones de puestos de trabajo y reducir el desempleo en 2,1 millones de personas.
En cambio, en la etapa Cristina Kirchner sólo se generaron 630 mil puestos netos, que permitió absorber la totalidad de la ampliación de la oferta de trabajadores y reducir la desocupación en 56.400 personas.
Cristina Kirchner, por el contrario, comenzó con el privilegio de tomar una economía encaminada a pasar del ciclo de la reactivación al del crecimiento sustentable con inclusión social. Sin embargo, a mitad de camino irrumpió una crisis financiera internacional sin precedentes, a la que aún hoy los líderes de las grandes potencias no encuentran la salida, que amagó con provocar la caída del PBI en 2009, pese a las fortalezas de los logros alcanzados a partir de la bonanza de los precios de las materias primas, en particular de la soja.
Hechas esas salvedades, los números duros dieron cuenta de que mientras que en el primer período el PBI en dólares se elevó 103,5% y en pesos constantes creció a una tasa acumulativa anual de 8,8%, en el segundo, a la luz de las metas corregidas del Presupuesto nacional para 2011, se habrá expandido 65%, a un ritmo de 6,3% anual acumulativo.
En ambos casos, jugó un rol clave para potenciar la generación de riqueza medida en dólares la apreciación del peso, producto de que la inflación superó con creces la tasa de devaluación.
La participación en el PBI mundial se elevó en la primera etapa de 0,31% a 0,47% y en la siguiente ascendió a 0,57%, según datos del Centro de Economía Internacional de la Cancillería.
En el primer período, la suba de precios medida por el Indec fue 44% y 65% si se agrega el desvío que a partir de 2007 captaron las direcciones de estadística provinciales, en tanto que el tipo de cambio aumentó 9,3%. En el segundo tramo, el IPC oficial se atenuó a 37%, pero los cálculos provinciales y privados la aceleran a 106% y el ajuste cambiario hasta hoy es de 35%.
Ruptura de pilares fundamentales
Diferencias notables se verifican en los casos de los superávits gemelos, esto es, en los resultados de las finanzas públicas y del comercio exterior.
Mientras que el ciclo de Néstor se caracterizó por sostener año a año el ahorro del fisco en torno al equivalente a u$s3.000 millones, el de Cristina lo amplió a u$s4.600 M en 2008, pero desde entonces, por efecto de la crisis externa y, principalmente de la aceleración del ritmo del gasto, se fue licuando hasta tornarse en desahorro en 2010 y proyectar un rojo fiscal de u$s2.700 millones al cierre de 2011. Ese monto podría haberse ampliado a más de u$s8.800 M si no fuera por las transferencias de utilidades del Banco Central y asistencias financieras de la Anses.
En el frente comercial, ambos gobiernos se caracterizaron por una aceleración de las importaciones a un ritmo superior al de las importaciones. Pero en tanto que en el período 2003-2007 el excedente se ubicó en un rango de entre 15.000 y 11.000 millones de dólares por año, en los cuatro años posteriores ascendió hasta u$s16.888 M en 2009, pero se atenuó a u$s9.000 M en el corriente año, pese al alto precio de la soja y de los metales.
La participación de las exportaciones en la economía mundial se mantuvo en 0,41% en el período 2003 a 2007 y avanzó a 0,46% en la actualidad.
Otra diferencia apreciable se observa en el caso del mercado laboral, principalmente por el hecho de que en la era Néstor Kirchner se partió de una alta masa de desocupados y una economía con elevada capacidad ociosa que, a partir de políticas acertadas y cambio de las expectativas, permitieron generar 2,9 millones de puestos de trabajo y reducir el desempleo en 2,1 millones de personas.
En cambio, en la etapa Cristina Kirchner sólo se generaron 630 mil puestos netos, que permitió absorber la totalidad de la ampliación de la oferta de trabajadores y reducir la desocupación en 56.400 personas.
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