Agazapado, el titular de la CGT, Hugo Moyano, macera de forma paciente la estrategia de avance. A distancia de CFK, planea dejar la presidencia del PJ bonaerense, armar partido propio y reasumir el liderazgo sindical
A los 67 años, el titular de la Confederación General del Trabajo (CGT) planea sostener su liderazgo sindical, retomar su ingreso en la política de la mano de un partido propio y rever el acuerdo sellado tiempo atrás con el oficialismo.
Ninguna de las apuestas es sencilla. En la CGT las negociaciones están a la orden del día. Allí, un amplio sector no concuerda con sostener el personalismo de Moyano y busca armar un nuevo reparto. La figura principal de este grupo es el titular de Comercio, Armando Cavalieri, un dirigente con demasiadas cuentas pendientes con el camionero. Cerca de él, Oscar Lescano, del gremio Luz y Fuerza. Luego, Carlos West Ocampo y Héctor Daer, del sindicato de la Sanidad. Y con un tono atemperado, la Bancaria y la Unión Ferroviaria, con sus jefes políticos detenidos.
Este grupo hace tiempo que quiere desarmar a Moyano y posicionarse en la confederación. Volver a ser “los gordos” que fueron en otros tiempos. Pero no es un sector homogéneo, sino plagado de confrontaciones internas y contradicciones propias. Esto juega a favor de Moyano, que negocia la continuidad con el aval de su núcleo duro, compuesto por Julio Piumato, de Judiciales; Juan Carlos Schimidt, de Dragado y Balizamiento; Omar Viviani, de Peones de Taxis; y Omar Plaini, de Canillitas.
A éstos se suma Horacio Ghilini, de Sadop (aunque no está ahora en la conducción formal), y todos los gremios que integran la Federación de Trabajadores del Transporte, con la UTA, de Roberto Fernández, y Peajes, de Facundo Moyano. Además de los sindicatos de TV, Pasteleros y Utedyc.
En el medio, con una postura más moderada, los independientes, con Andrés Rodríguez, de UPCN; José Luis Lingeri, de Obras Sanitarias; Carlos Sueiro, de Aduana; y Omar Maturano, secretario general de La Fraternidad, que agrupa a los ferroviarios.
En estos días el titular de la UOM, Gerardo Martínez, se mostró conciliador con el camionero, a quien avaló en su decisión de continuar al frente de la CGT.
Para el moyanismo, este gesto es “una piedra en el agua”, que puede hundirlos, ya que Martínez enfrenta un proceso por supuesta participación en la pasada dictadura.
Martínez buscaba copar la CGT, pero su ambición quedó truncada. En la grilla de candidatos que pujan por el lugar del camionero se anotan Daer, un “gordo” pero moderado, yAntonio Caló, de la UOM, que no muestra pertenencia por ningún sector en particular pero tiene diálogo con Moyano, por lo que se podría llegar a un acuerdo.
Existe otro frente de batalla para el jefe sindical: el político partidario.
Dirigentes de su entorno confirman la decisión del camionero de renunciar a
la jefatura del PJ provincial antes de fin de año. Su presidencia no logró los resultados esperados, ya que no le dio el envión necesario para posicionarlo con traje político, por el contrario, encontró excesivas resistencias de sus propios “compañeros”.
Por eso, a la renuncia le seguirá (aún está en ensayo) la conformación de un partido propio. Una posibilidad sería tomar el viejo Partido Laborista, que fue creado por los gremios que en ese entonces acompañaban a Perón y que sirvió como herramienta partidaria previa a la constitución del Partido Justicialista. La jugada es difícil, ya que Moyano intentó varias veces armar juego político en el territorio y no tuvo éxito.
“Todas las veces que un líder sindical quiso separarse del PJ y armar su partido, se perdió en el anonimato; así le fue a Saúl Ubaldini, a Herminio Iglesias”, dicen algunos, que desconfían de la movida. Pero hasta ahora son especulaciones.
Lo concreto es que el 17 de noviembre se desarrollará el Primer encuentro nacional de legisladores obreros. La fecha coincide con el día de la militancia, y servirá como excusa a Moyano para bajar línea sobre sus planes a futuro.
Pero este discurso estará atado a los pasos inmediatos que dé Cristina Fernández, y al avance o retroceso del proyecto de capturar las obras sociales sindicales.
“La pelea es más con CFK que con los propios gremios”, dice, con certeza, un viejo dirigente del palo.
Desde el entorno de la CGT oficial indican que la próxima etapa se perfila de un “oficialismo crítico”.
El arrasador 55 por ciento que obtuvo la Presidenta en los comicios del 23 de octubre no dejó espacio para conformaciones opositoras, sobre todo aquellas que tienen lazos justicialistas.
La apuesta a futuro, según expresaron a La Tecla, será pelear la continuidad en la CGT, sostener como base el poder de los camioneros (constituido en el gremio de mayor estructura y poder de movilización del país) y conformar un partido político que dé mayor autonomía. Con todo este dote, convocar a los sectores más críticos, para conformarse en una opción menos kirchnerista y más independiente, pero siempre en el universo K.
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