La Provincia sigue sin recibir la ayuda necesaria para paliar su crisis financiera. Los ultra K pretenden hacer claudicar al Gobernador y llevarlo a las legislativas. ¿Piden cabeza de ministros?
-Presionarlo para que integre la lista de diputados nacionales por la Provincia.
-Una locura; es el límite, no va a acceder.
-Si está en el proyecto nacional debe aceptar el mandato de la conducción.
-¿Y si no?
-Que vea lo que pasó con Peralta en Santa Cruz, no le fue bien cuando dejó el proyecto.
-Sata Cruz no es Buenos Aires.
-Nosotros, en 2013 y en 2015 vamos a ir con las botas puestas, con los leales, con los que bancan el proyecto de pe a pa, sin grises.
-Así se puede perder.
-Vamos con los leales. Si nosotros vamos a terminar doce años de este proyecto nacional y popular para dejárselo en bandeja a Scioli y Massa, no entendimos nada.
Crudo y tajante, el diálogo se dio así en una oficina del Congreso nacional. Algunos testigos aseguran haber escuchado las mismas posturas en despachos de la Rosada. Otros, en cambio, hablan de que todo se calmaría si Scioli entregara algunos ministerios.
Los kirchneristas ortodoxos quieren ver claudicar al Gobernador, que renuncie a toda aspiración futura y sea un cordero más en el rebaño; aun cuando las encuestas demuestren que su pelaje sobresale de la mayoría y en la consideración popular esté cabeza a cabeza con la Presidenta.
Aseguran fuentes K que la foto de Scioli en Expoagro con directivos del diario La Nación y la heredera de Clarín dinamitó el último puente entre La Plata y Olivos.
Del otro lado, Daniel Scioli estira la negociación con los docentes hasta el límite de lo posible, incluso a riesgo de llegar muy jugado al pago mensual de los sueldos. La gestión en la Provincia se paraliza por falta de financiamiento, y desde el Ejecutivo asimilan como imposible encontrar un plan alternativo si no hay ayuda de Nación, o no se discute la coparticipación, o no se quita el piso de 650 millones del Fondo del Conurbano. Para colmo, el crédito internacional está prohibitivo por tasa, y hasta difícil de conseguir incluso con altos intereses.
La relación entre Scioli y Cristina está en el momento más difícil. En medio, la población bonaerense comienza a sentir los efectos que a los ojos de todos, menos de los ultra K, rozan con la irresponsabilidad.
Scioli hace de la paciencia un estilo. Mientras espera, mandó a los suyos a postergar las declaraciones que lo catapultan como posible candidato en 2015, aunque habilita a que muchos contesten los embates K, cada vez más diversos y de diferentes flancos.
El Gobernador no esquivará el bulto cuando un acto lo cruce con la Presidenta, aun a sabiendas de un reto en público de la mandataria. De hecho, eso iba a suceder el día de la muerte de Chávez, cuando el Gobernador iba a concurrir a la Casa Rosada, donde ella tenía preparada una batería de reproches. Los iba a escuchar inmutable. Scioli no dice, ni dirá, que no pertenece más al proyecto. Más aún, insistirá, si lo apuran, en ratificar su alineamiento con la Presidenta y en reforzar la teoría que su estilo es estar con ella y, a la vez, reunirse con el campo.
Al sciolismo, obviamente, le preocupa el nivel de tensión alcanzado con Cristina y su ejército, pero, a la vez, contempla cómo el Gobernador recibe cada vez más apoyo externo, sin necesidad de reuniones o arreglos políticos. Algunos ya se animan a decir que la pelea les da cierta “soberanía política”.
El momento más difícil de la relación no parece tener en el horizonte cercano aires de reconciliación. En el antecedente más próximo debió ceder en parte la Nación, al girar los fondos para el pago del medio aguinaldo en julio de 2012, y aunque después retaceó divisas, sacó al mandatario del ahogo. Ahora, extra no hay nada, y el oxígeno de la Provincia es cada vez menor. Scioli espera, paciente, que los acontecimientos le vuelvan a dar la razón. ¿Se le dará otra vez? Se sabrá en algunos días
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