POLÍTICA / (Por Eduardo Anguita )
La desaparición del soldado conscripto Alberto
Ledo, ocurrida el 17 de junio de 1976, sólo se comenzó a investigar en la Justicia
Federal de Tucumán en 2007. Al año siguiente, la fiscalía pidió la indagatoria del
anteriormente capitán Esteban Sanguinetti, al que por lo menos tres fuentes sindi
caron como responsable directo del secuestro y desaparición de Ledo. La reso
nancia mediática alrededor de si el actual jefe del Ejército, César Milani, tuvo algu
na responsabilidad en esa desaparición llevó a que se mezclara mucha opinión
interesada y poca información precisa. Milani negó a Miradas al Sur conocer a Al
berto Ledo. Por su parte, ex presos y familiares de Ledo afirmaron a este medio
que existen soldados que fueron compañeros de Ledo, que nunca testimoniaron
ante la Justicia y que se presentarán en los Tribunales para declarar. La causa, en
manos del juez Raúl Bejas, sigue abierta y Milani no está imputado. De ningún modo
está cerrada. De hecho, Sanguinetti será citado a declarar y la Justicia tomó medi
das para evitar que salga del país. A Milani también se lo menciona en dos proce
sos abiertos en La Rioja. La Justicia deberá determinar la gravedad –o su falta– de
los motivos por los cuales el nombre del actual jefe del Ejército surge en documen
tos judiciales. Lo que se puede afirmar es que el nombre de Milani apareció en a
gosto de 1984, entre otras, en la declaración testimonial ante la Comisión Provincial
de Derechos Humanos del ex preso político Ramón Olivera, quien el viernes pasa
do ratificó sus dichos. La historia de los juicios por crímenes de lesa humanidad
muestra que los tiempos de la Justicia no comparten la inmediatez de la prensa o las
urgencias de la política. Será responsabilidad de los abogados y los querellantes
ofrecer pruebas y testigos. Será responsabilidad de los fiscales y jueces ser ecuáni
mes y comprometidos más allá de los lugares institucionales que ocupen las personas
en cuestión. Aunque muchos pretendan mezclar intrigas palaciegas y juegos de inte
ligencia como el gran suceso, la Argentina sabe cuál es la brújula para recorrer este
camino: Memoria, Verdad y Justicia.
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