Hace menos de dos años, en las presidenciales de 2011 el Frente para la Victoria había obtenido 52,19 por ciento para diputados nacionales, lo que significó 10,7 millones de votos. Entre ambas elecciones, la sangría que sufrió fue exactamente 3.951.120 votos, en lo que fue su peor elección en la década que lleva en el poder. La mitad de esos votos -dos millones- los perdió en la provincia de Buenos Aires.
Sabiendo que llevaba las de perder en los principales distritos como Capital, Córdoba y Santa Fe (su única expectativa era ganar la Provincia, lo que tampoco consiguió) la estrategia discursiva del Gobierno para "interpretar" los resultados del domingo apuntaba justamente a la sumatoria nacional, para poder presentarse como "la primera fuerza nacional".
Esto se vio reflejado en la página de internet con los resultados oficiales, donde el Ministerio del Interior "formalizó" la información del "total nacional" obtenido por cada fuerza. Un asunto que en estos años no había tenido el mismo interés para el Gobierno.
En las legislativas que le había tocado afrontar, este "total nacional" era una cuenta de referencia "de la política". Y se hacía con posterioridad. En 2005, incluso, este diario dio a conocer esos números al día siguiente de las elecciones, y el Gobierno salió un día después con su propia suma nacional.
El "total nacional" publicado en la web oficial le resta más todavía al Frente para la Victoria, ya que sin aliados obtuvo 26,31 por ciento, unos 5,9 millones de votos. Aun si se compara con las legislativas de 2009, en las que Néstor Kirchner fue derrotado por Francisco de Narváez en la provincia, el kirchnerismo aparece perdiendo el domingo pasado 5 puntos, sobre el 31,2 del "total nacional" que había logrado hace cuatro años.
El Gobierno quedó fuertemente impactado por estos resultados que no esperaba ni en sus peores proyecciones. El domingo en el búnker oficialista Cristina Kirchner y sus candidatos bailotearon y cantaron al subirse al escenario y trataron de ponerle sonrisas al temporal.
Al contrario de 2009, cuando llamó a una conferencia de prensa para darle una explicación política a la derrota, ayer la Presidenta no se mostró en toda la jornada, y ni siquiera fue a la Casa de Gobierno. Según se dijo, estuvo en Olivos, haciendo un análisis fino de los resultados en cada distrito para trazar una estrategia en los dos meses y medio que quedan para el 27 de octubre.
El golpe más demoledor para el kirchnerismo fue haber caído y por una diferencia amplia de 5 puntos en la provincia. El Frente Renovador de Sergio Massa se impuso en 74 de los 136 distritos bonaerenses. El kirchnerismo fue primero en 43, cayendo en zonas claves como en el oeste y norte del conurbano. La provincia cambió de color, lo que estaría más cerca de precipitar la fuga del peronismo hacia el surgiente massismo antes que darle chances de recuperación al kirchnerismo en octubre.
El voto castigo al Gobierno benefició en varias provincias a radicales, socialistas y aliados, que se impusieron además de la Capital (con la sumatoria de UNEN) y en Santa Fe, también en Mendoza (donde arrasó Julio Cobos), Catamarca y La Rioja. En la cuna del kirchnerismo, Santa Cruz, el radical Eduardo Costa volvió a ganar como en 2009. En Jujuy, el Frente para la Victoria pudo dar vuelta las cosas al final y se impuso por ajustado margen.
La fuga de votos que sufrieron gobernadores kirchneristas con buena imagen en sus distritos también enciende luces rojas de alerta y para muchos, son indicativas del final de un ciclo político: Jorge Capitanich (Chaco), José Alperovich (Tucumán), Juan Manuel Urtubey (Salta), José Luis Gioja (San Juan ) y Sergio Urribarri (Entre Ríos) vieron caer entre 10 y 25 puntos la cantidad de adhesiones en las urnas.
Aunque la Presidenta ha dicho que mantendría o incrementaría las bancas en octubre, quedaría al borde de perder el control de ambas Cámaras sobre todo por las pérdidas entre quienes han sido sus aliados incondicionales.
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