La difusión de las imprecaciones del intendente hacia un grupo de trabajadores desató un debate acerca del empleo público. Cómo actúan todos. Quiénes son los perjudicados de siempre.
El enojo de Etchevarren se desató cuando se enteró que en las primarias algunos trabajadores contratados por la municipalidad “jugaron” para sectores de la oposición. La precariedad laboral, otro punto que surge de este conflicto.
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g.urri@entrelineas.info
La difusión de las imprecaciones del intendente de Dolores, Camilo Etchevarren, a sus colaboradores luego del magro resultado electoral en las primarias desató una serie de expresiones acaloradas y pusieron en debate el tema del empleo público y su relación con los gobernantes de turno.
En esto, Dolores tiene una larga historia, atribuible a la alta proporción de empleados estatales que conforman su economía y no son ajenas las últimas administraciones municipales del signo político que fuesen. En cualquiera de las oficinas públicas que abundan en la ciudad pueden verse capas geológicas de empleados, que refieren a los tiempos de su establecimiento y a las administraciones que las instalaron. Porque no sólo la municipalidad ha sido la principal dadora de empleo en una comunidad que hace del ingreso mensual fijo de salarios estatales uno de sus principales motores económicos.
En 1991 inició su primer mandato como intendente el actual senador provincial Alfredo Meckievi, quien buscó profundizar el perfil administrativo de Dolores, respaldado en sus fuertes vínculos con el entonces gobernador Eduardo Duhalde. Durante su gestión al frente de la comuna (comenzó en 1991 y su última gestión terminó en 2007, con una impasse de 4 años), se abrieron o redimensionaron numerosas dependencias que, en varios casos, cobraron perspectiva regional, como IOMA o el Registro de la Propiedad, por mencionar apenas algunas. Entre 1998 y 2003 lo sucedió Luis Lovari, compañeros de militancia desde la juventud, con quien pronto rompió lanzas. La instalación de una filial del IPS trajo también designaciones bajo su influencia.
Es evidente que el modelo muestra sus grietas en cuanto pensamos que el tema del empleo en oficinas públicas y las consecuentes lealtades y deslealtades, involucra a todos los actores principales de la próxima disputa electoral”.
La Municipalidad de Dolores, a su vez, ha sido un campo en los que los nombramientos y las rescisiones de contratos han funcionado en sintonía con los vaivenes electorales. La distinción entre empleados de planta y contratados ha pasado en muchas ocasiones por la adhesión o la muestra de lealtad a la línea política en el poder. El ingreso al empleo público, más allá de los pocos espacios en los que se realizan concursos, siempre ha estado sospechado de prebenda, en Dolores y en el resto del mundo.
Lo que en tantos ámbitos parece una cuestión “menor”, en la ciudad de Dolores cobra particular importancia a raíz del marcado perfil administrativo gubernamental que tiene y que condiciona, como ya se ha dicho, su economía. Durante la crisis de inicio de siglo, la entrada sistemática de dinero de la administración –aún en patacones- sostuvo la economía local y hoy sigue siendo un resguardo en el mismo sentido. Sin embargo, es evidente que el modelo muestra sus grietas en cuanto pensamos que el tema del empleo en oficinas públicas y las consecuentes lealtades y deslealtades, involucra a los tres actores principales de la próxima disputa electoral: el oficialismo municipal, el kirchnerismo y el meckievismo.
Y en definitiva, mientras el modelo no se modifique, con distintos matices, seguirá sucediendo lo mismo
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